La apacible Ica a principios del siglo pasado contaba con hombres y mujeres singulares. Éramos una población conservadora, respetuosa, amigable y motivadora en donde fueron apareciendo, como flores en primavera, los grandes artistas. Francisco Caso Uría fue uno de ellos, insigne iqueño, multifacético, versátil, amplio. Su vida ha trascendido en la historia por su participación protagónica, junto a otros dos grandes, en la magnífica tarea de la Restauración de la imagen sagrada del Cristo Crucificado de Luren.
Francisco Caso fue un hombre preparado como pocos. Destacó con nitidez en la literatura, el arte y en la política; pero fue el pulso artístico de sus manos que lo ha considerado en los anales de la historia. Así cuando ocurre el extraño e infausto incendio del 23 de Junio de 1918 en el interior del Templo de Luren, con las secuelas de carbonizar gran parte de la imagen milagrosa y la total devastación de la añosa edificación religiosa, el pueblo iqueño convoca a lo más selecto de sus notables hijos para la minuciosa, urgente y delicada tarea de Restauración de la milagrosa imagen, formándose la famosa “Sociedad de 16 Amigos” un 14 de Julio de ese mismo año, que fue presidida por Don Alberto Cierra Alta Herrera. Los trabajos de limpieza, recuperación y añadido de material nuevo fueron realizados en el Taller del maestro Jesús Silva ubicado por aquellas épocas en la tercera cuadra de la calle Lima de nuestra ciudad (hoy ex Prefectura). A Francisco Caso en su inclinación de fino escultor hizo en arcilla la cabeza modelo para la nueva imagen, logrando un magnífico resultado que se plasmó con pulcritud y justeza en el ícono final, a manos del eximio Maestro Silva.
“Pancho” Caso, conocido así para la tertulia amical fue un consumado poeta, escritor de crónicas costumbristas y agudo columnista en diarios capitalinos y por supuesto en “La Voz de Ica” escribiendo siempre, bajo el seudónimo de “Cyrano”; comediógrafo consumado, pintor académico cuyas obras se conservan en algunas colecciones privadas, pero en la Iglesia la Merced de Ica se observa aún su “Cristo en el Desierto” o en el campo de la escultura su genial “Cristo Yacente” que se puede apreciar en la sección de Mausoleos, por la antigua entrada principal, del Cementerio General de Saraja. Pero además, desempeñó funciones públicas en Huancayo y Piura, encargos que no pudieron arrebatarle el lado artístico de éste ilustre ciudadano.
Para cuando el reloj de la vida marcaba sus últimos momentos de su existencia, en plena Semana Santa de 1935, lo vieron ingresar por última vez, por su propio esfuerzo, al todavía inconcluso Santuario de Luren, para despedirse del Santo Patrono, para decirle cara a cara, en la solitaria conversación entre el Padre y el hijo, para confesarse y afirmarse en su fe y para decirle al Cristo Bueno de todos los iqueños que hizo su parte en la obra dadivosa que se le encargara. Francisco Caso Uría, siempre estarás en el recuerdo vivo de éste pueblo, de ésta gran ciudad.
Francisco Caso fue un hombre preparado como pocos. Destacó con nitidez en la literatura, el arte y en la política; pero fue el pulso artístico de sus manos que lo ha considerado en los anales de la historia. Así cuando ocurre el extraño e infausto incendio del 23 de Junio de 1918 en el interior del Templo de Luren, con las secuelas de carbonizar gran parte de la imagen milagrosa y la total devastación de la añosa edificación religiosa, el pueblo iqueño convoca a lo más selecto de sus notables hijos para la minuciosa, urgente y delicada tarea de Restauración de la milagrosa imagen, formándose la famosa “Sociedad de 16 Amigos” un 14 de Julio de ese mismo año, que fue presidida por Don Alberto Cierra Alta Herrera. Los trabajos de limpieza, recuperación y añadido de material nuevo fueron realizados en el Taller del maestro Jesús Silva ubicado por aquellas épocas en la tercera cuadra de la calle Lima de nuestra ciudad (hoy ex Prefectura). A Francisco Caso en su inclinación de fino escultor hizo en arcilla la cabeza modelo para la nueva imagen, logrando un magnífico resultado que se plasmó con pulcritud y justeza en el ícono final, a manos del eximio Maestro Silva.
“Pancho” Caso, conocido así para la tertulia amical fue un consumado poeta, escritor de crónicas costumbristas y agudo columnista en diarios capitalinos y por supuesto en “La Voz de Ica” escribiendo siempre, bajo el seudónimo de “Cyrano”; comediógrafo consumado, pintor académico cuyas obras se conservan en algunas colecciones privadas, pero en la Iglesia la Merced de Ica se observa aún su “Cristo en el Desierto” o en el campo de la escultura su genial “Cristo Yacente” que se puede apreciar en la sección de Mausoleos, por la antigua entrada principal, del Cementerio General de Saraja. Pero además, desempeñó funciones públicas en Huancayo y Piura, encargos que no pudieron arrebatarle el lado artístico de éste ilustre ciudadano.
Para cuando el reloj de la vida marcaba sus últimos momentos de su existencia, en plena Semana Santa de 1935, lo vieron ingresar por última vez, por su propio esfuerzo, al todavía inconcluso Santuario de Luren, para despedirse del Santo Patrono, para decirle cara a cara, en la solitaria conversación entre el Padre y el hijo, para confesarse y afirmarse en su fe y para decirle al Cristo Bueno de todos los iqueños que hizo su parte en la obra dadivosa que se le encargara. Francisco Caso Uría, siempre estarás en el recuerdo vivo de éste pueblo, de ésta gran ciudad.