domingo, 14 de febrero de 2010

Francisco Caso Uría, uno de los grandes Restauradores del Cristo de Luren


La apacible Ica a principios del siglo pasado contaba con hombres y mujeres singulares. Éramos una población conservadora, respetuosa, amigable y motivadora en donde fueron apareciendo, como flores en primavera, los grandes artistas. Francisco Caso Uría fue uno de ellos, insigne iqueño, multifacético, versátil, amplio. Su vida ha trascendido en la historia por su participación protagónica, junto a otros dos grandes, en la magnífica tarea de la Restauración de la imagen sagrada del Cristo Crucificado de Luren.

Francisco Caso fue un hombre preparado como pocos. Destacó con nitidez en la literatura, el arte y en la política; pero fue el pulso artístico de sus manos que lo ha considerado en los anales de la historia. Así cuando ocurre el extraño e infausto incendio del 23 de Junio de 1918 en el interior del Templo de Luren, con las secuelas de carbonizar gran parte de la imagen milagrosa y la total devastación de la añosa edificación religiosa, el pueblo iqueño convoca a lo más selecto de sus notables hijos para la minuciosa, urgente y delicada tarea de Restauración de la milagrosa imagen, formándose la famosa “Sociedad de 16 Amigos” un 14 de Julio de ese mismo año, que fue presidida por Don Alberto Cierra Alta Herrera. Los trabajos de limpieza, recuperación y añadido de material nuevo fueron realizados en el Taller del maestro Jesús Silva ubicado por aquellas épocas en la tercera cuadra de la calle Lima de nuestra ciudad (hoy ex Prefectura). A Francisco Caso en su inclinación de fino escultor hizo en arcilla la cabeza modelo para la nueva imagen, logrando un magnífico resultado que se plasmó con pulcritud y justeza en el ícono final, a manos del eximio Maestro Silva.

“Pancho” Caso, conocido así para la tertulia amical fue un consumado poeta, escritor de crónicas costumbristas y agudo columnista en diarios capitalinos y por supuesto en “La Voz de Ica” escribiendo siempre, bajo el seudónimo de “Cyrano”; comediógrafo consumado, pintor académico cuyas obras se conservan en algunas colecciones privadas, pero en la Iglesia la Merced de Ica se observa aún su “Cristo en el Desierto” o en el campo de la escultura su genial “Cristo Yacente” que se puede apreciar en la sección de Mausoleos, por la antigua entrada principal, del Cementerio General de Saraja. Pero además, desempeñó funciones públicas en Huancayo y Piura, encargos que no pudieron arrebatarle el lado artístico de éste ilustre ciudadano.

Para cuando el reloj de la vida marcaba sus últimos momentos de su existencia, en plena Semana Santa de 1935, lo vieron ingresar por última vez, por su propio esfuerzo, al todavía inconcluso Santuario de Luren, para despedirse del Santo Patrono, para decirle cara a cara, en la solitaria conversación entre el Padre y el hijo, para confesarse y afirmarse en su fe y para decirle al Cristo Bueno de todos los iqueños que hizo su parte en la obra dadivosa que se le encargara. Francisco Caso Uría, siempre estarás en el recuerdo vivo de éste pueblo, de ésta gran ciudad.

sábado, 13 de febrero de 2010

Un día como hoy, murió Don Alberto Cierra Alta Herrera, constructor del Santuario de Luren


Una labor titánica como Maestro Constructor, hacedor de uno de los edificios más emblemáticos de la religiosidad local le cupo hacer con nota sobresaliente al siempre recordado patricio iqueño: Don Alberto Cierra Alta Herrera, quien concibió el diseño original y monitoreó la erección del hermoso y simbólico Santuario de Luren la casa amada de nuestro Santo y Venerado Patrono: El Cristo Crucificado de Luren.

Las obras de ingeniería que en su ejemplar y prolífica existencia hizo Don Alberto Cierra Alta le valió ganarse merecidamente el título de Arquitecto Constructor, otorgado por la Universidad de la Vida, máxime título honorífico que se le otorga a los grandes, a los que al ser evocado su recuerdo siempre es venturoso y gratificante, son aquellos que trascienden por sus obras más allá de la muerte. Y éstas hablan por él, allí permanecen con imperturbable solidez y singular belleza las edificaciones tales como el antiguo Hotel Colón, los portales de nuestra Plaza de Armas, el Santuario de Yauca del Rosario y por supuesto su obra cumbre, el histórico Santuario de Luren. Don Alberto asumió esta enorme responsabilidad a los 36 años de edad y la concluyó, con terca resistencia, sabia comprensión y afanoso empeño a los 63 años. Toda su vida adulta estuvo al lado del Santuario y de su Cristo Milagroso. No solamente fue su heroico constructor, el amigo leal, sino también el celoso guardián.

El camino de Don Alberto Cierra Alta Herrera estuvo enlazado magistralmente con la de nuestro Cristo de Luren. Éste notable ciudadano siempre estuvo en los momentos más difíciles como fue la restauración de la imagen sagrada luego del pavoroso incendio de 1918, presidió la “Sociedad de 16 Amigos” fundado el 14 de Julio de 1918, que años más tarde se transformó en la trascendental “Hermandad del Señor de Luren” y a partir de 1919 fue convocado por “La Comisión Pro Luren” para la construcción del histórico Templo, convertido luego en Santuario Religioso Nacional. Su camino convergió con otro grande, el Presbítero Antonio Meléndez Méndez, el santo varón que la historia recuerda con agradecimiento eterno. Don Alberto nació el 8 de Abril de 1883 y falleció a los 96 años de edad, un día como hoy, hace tres décadas atrás, un triste, friolento y gris 23 de Noviembre de 1979.

Los iqueños en especial y los peruanos en general recuerdan con afecto a éste insigne hombre, de cabellera plateada, voz grave y sabia, de mirada serena, apacible, enmarcados en sus características gafas de carey; él siempre presto a iniciar una conversación con frases vitales y manos hacendosas, trajinadas entre los elevados andamios que hacían surgir hacia el cenit las magníficas construcciones de ladrillo y cemento; manos encallecidas por el uso del badilejo y la plomada milimétrica para precisar las exactitudes de sus obras. Siempre será recordado con algún plano arquitectónico entre manos, hablando entusiasmado sobre ellas como cuando se habla de alguna de sus entrañables hijas queridas que le sobrevivieron. Lo imaginamos siempre asido de su bastón, caminando despacio y seguro hacia la eternidad, para encontrase con el Gran Dios de todos los Hombres, para decirle que cumplió su tarea con creces. Descanse en paz, Don Alberto, sus obras no morirán, serán su vivo recuerdo, nuestro compromiso.
NR: este artículo se publicó en el diario "La Voz de Ica" el 23-11-2010

Un sacerdote respetado por todos: Antonio Meléndez Méndez

Uno de los religiosos que han dejado imborrable huella de su paso por Ica ha sido el Presbítero español Antonio Meléndez Méndez. Nunca habíamos visto tanta energía y compromiso de un sacerdote para con su feligresía, su fe y su iglesia. Nuestros abuelos todavía recuerdan con alegría al jovial hombre de la sotana, de trato amable y cordial, siempre atento a los requerimientos de los antiguos pobladores de nuestra ciudad. Pastor que supo entender y conducir a su grey en las primeras décadas de siglo pasado.

La historia de Antonio Meléndez Méndez está sólida y entrañablemente unida a la concepción y construcción del Santuario de Luren, es más, perdió la vida en el esfuerzo magistral por la edificación de éste histórico edificio religioso que hoy vive momentos dramáticos al estar amenazado con la desaparición y el olvido. La historia viva de nuestra ciudad le ha reservado un lugar especial de agradecimiento a éste noble clérigo que se inmoló para ver levantado, fuerte y bello este Santuario de todos los iqueños, a pesar que jamás pudo ver terminada la obra.

Cuentan las crónicas que el multifacético Párroco del naciente Templo de Luren, se dividía apoyando tanto al Maestro Alberto Cierralta Herrera con el diseño arquitectónico, así como en la supervisión de los trabajos de decenas de obreros constructores proveyéndoles de los materiales necesarios. La construcción del templo duró muchos años, 27 en total, periodo que abarcó desde 1919 hasta 1946. El inicio de los trabajos fue una etapa hermosa entre la población, había estallado la conmoción social entre los iqueños; todos estaban entusiasmados por que se había podido restaurar exitosamente la sagrada imagen de nuestro Cristo Crucificado destruida en un oscuro y todavía no esclarecido incendio y solo faltaba brindarle una casa decorosa, un Templo sobrio a la altura de su respetable señorío. Todos apoyaban, todos daban, nadie escatimaba esfuerzos. Se realizaron innumerables colectas, rifas, tómbolas, kermeses y donativos en efectivo. Hombres y mujeres daban sus aportes y hasta se desprendían de valiosas joyas para evitar que faltaran los materiales para la edificación. El Comité Pro Luren estaba designado por la voluntad popular para hacer realidad este deseo colectivo.

El horno de don Benito Ormeño se destinó especialmente para la fabricación de los ladrillos para el Templo. El Presbítero Antonio Meléndez Méndez, preocupado por la cocción de estos adoquines de arcilla que supervisaba personalmente, se mantuvo por demasiado tiempo expuesto a los calores intensos de éste fogón, seguramente preocupado por otras tareas, se retiró presuroso, sin reparar del cambio brusco de temperaturas; esto le produjo una pulmonía fulminante. Pese a su fortaleza, cuatros días después fallecía irremediablemente. Esta fue una pérdida sentida, toda una ciudad lloró su partida y reconoció su invalorable aporte. El algún rincón, entre los fuertes cimientos del Santuario que se resiste a morir, está escrito, en alto relieve, con la fuerza del cincel indeleble que inmortaliza, el nombre de éste santo varón: “Antonio Meléndez Méndez, hacedor del templo de Luren”. El legado que ha nos ha transmitido no desaparecerá, muchos hemos asumido el compromiso de preservar nuestro pasado inmediato.

Sin diálogo no habrá soluciones (II parte)


El título de éste artículo es una propuesta de la razón. Los problemas terrenales deben pasar por el necesario diálogo, el entendimiento y la comprensión para hallar soluciones efectivas y duraderas. No existe diálogo si no hay concesiones mutuas. El reconocimiento bilateral y respetuoso de los puntos coincidentes y la amplitud de criterio para aceptar con hidalguía los yerros, dislates, u ofensas, cualquier acto o palabra que haya herido al otro, en el lapso que prosigue la controversia. Las disculpas y el ofrecimiento del perdón sincero debe ser parte de las conclusiones y el compromiso caballeroso de cumplir lo acordado será parte intrínseca de las resoluciones, así no haya papel escrito que lo exija. Por supuesto estamos hablando de la búsqueda de soluciones o salidas respecto al futuro del histórico Santuario de nuestro Señor de Luren.

Siempre lo más difícil será dar el primer paso, la primera acción. La valía de los hombres y mujeres se demuestran por sus acciones y si son buenas, mejor. Cuando un problema se extiende demasiado en el tiempo se encallece, se endurece, se fosiliza y se hace más difícil encontrar las soluciones. Evitemos el anquilosamiento de las voluntades y proclamemos el triunfo de la cordura y la inteligencia sobre la intemperancia -que las hay- en ambas posiciones. Hay luchas que nunca debieron suceder, ésta es una de ellas. Si sólo se dieran gestos, actitudes, sería un buen empiezo. En toda familia existen diferencias, no dejemos que éstas se conviertan en irreconciliables y fraticidas, eso sería el desbocamiento de la razón, el manoseo irreverente de la hermandad entre los cristianos.

Todavía hay tiempo, siempre existe tiempo para la reconciliación y el hacer convergir los caminos para hallar las soluciones. Extender la mano al otro es un signo inequívoco de volver empezar. Ser cristiano es siempre una evocación hacia la hermandad, y ello siempre se leerá, en cualquier idioma, como un auténtico símbolo de paz.

Sin diálogo no habrá soluciones (I parte)


Cuando las personas que tienen opiniones distintas o contrapuestas sobre un mismo asunto, recurren al diálogo, a la conversación alturada, a la entrevista cordial e inteligente para hallar puntos de coincidencia y de solución. Cuando una de las partes descalifica a la otra, la desconoce, la engaña o la excluye jamás habrá diálogo y menos soluciones.

Esta es la situación que innecesaria e improductivamente mantiene el Obispo local al insistir en destruir al histórico Santuario de Luren y reemplazarlo por otro, cuando voces autorizadas y de prestigio le han dicho que es posible salvarlo, reforzarlo y ponerlo en valor. Pero él no quiere. Persiste en su ánimo demoledor, rechazando, excluyendo y amenazando con denunciar por “inmiscuirse en asuntos que no son de su competencia” al Comité Iqueños por la Restauración del Santuario de Luren, cuyo único pecado ha sido interceder para el rescate de éste ícono de la religiosidad iqueña e intentar, sin éxito, entrevistarse con el Obispo Vera. Los católicos de esta Región y de todo el país observan anonadados como se ha manejado este tema. La única vez que pudo realizarse una conversación entre las partes en discordia sólo fue un lamentable episodio donde hubo todo menos diálogo. Incluso el Obispo ha sabido decir que éste acercamiento fue sin su consentimiento. Increíble y lamentable. Sin comentarios.

Entendemos que Obispo chiclayano no conozca la historia del templo y de nuestra ciudad a pesar de los dos años que tiene como autoridad, pero le decimos que este Santuario fue hecho con alegría, con esperanza, con cariño de los humildes y desposeídos, por dar un cobijo digno a nuestro Santo Patrono y por ello no se dudó en brindar el esfuerzo, tiempo y dinero para su construcción. Revise su Eminencia los anales de la historia local y concordará con los miles de iqueños que este Templo fue hechura de la gente humilde y trabajadora, por hombres y mujeres que legaron a la posteridad la fortaleza de su fe y de su amor por ser mejores cristianos. Por ello, los herederos de éstas generaciones de constructores, si tenemos voz y voto para opinar sobre el futuro de nuestro Santuario de Luren. La historia no puede ser borrada por quienes desconocen nuestros derechos. La historia no se hace por decretos, se escribe día a día.

INSULTO AL PUEBLO: FALSO ARQUITECTÓNICO O FACHADISMO (II Parte)


Hace más de cinco meses atrás, cuando se comentaba por calles y plazas que nuestro Obispo por fin había aperturado la posibilidad de establecer una Mesa de Diálogo entre la Iglesia y el Comité Iqueños por la Restauración del Santuario de Luren, que al final fue un fiasco, una fea manera de maltratar a los honorables ciudadanos que integran este colectivo, porque aquello no fue diálogo sino un esbozo de conversación, un acercamiento planeado, por parte del Obispado, para presentar la verdadera propuesta que se traía entre manos: ofrecer edificar un nuevo templo, guardando el parecido, pero más grande y más ancho, con la condición de demoler al Santuario afectado por el terremoto. Por supuesto que el Comité rechazó de plano esta engañifa.

La cita del embuste fue el 26 de Junio del 2009 en la Casa parroquial. Pero 14 días antes, el suscrito en un artículo premonitorio, publicado también en la “Voz de Ica” con el título de “Si es posible Restaurar el Templo de Luren” saludaba la posibilidad del diálogo –al final nonato- pero además alertaba sobre el peligro de una tercera posibilidad que no debería prosperar en ese frustrado diálogo: hacer un nuevo templo bajo la pretensión de darle mayores dimensiones a las que tiene actualmente este edificio religioso, es decir adulterarlo, hacernos tragar el sapo de aceptar una edificación nueva con las características del “Falso Histórico” o “Falso Arquitectónico”. Y lamentablemente mis temores fueron ciertos. Esa fue la tónica que nuestro prelado ha mantenido hasta el momento, pretender destruir el templo herido y hacer otro a su medida, dizque, para darle mayor aforo, modernizarlo, hacerlo más fuerte, pero es aquí cuando le preguntamos al revés de lo que manifiesta la Autoridad Religiosa a manera de excusa: ¿Sr. Obispo Ud. puede asegurar, con papelito escrito, firmado y sellado por su Diócesis, que su creación, “más ancha y más larga” no se caerá cuando ocurra otro sismo de igual o mayor magnitud del ocurrido hace dos años?, ¿Nos asegurará Ud. que NO pasará lo acontecido en la Iglesia de San Clemente de Pisco?. Por supuesto que no lo hará. Doble contra sencillo.

Lo que sí ha asegurado públicamente su Eminencia y lo felicitamos por ello, que su periodo como Obispo de ésta Diócesis será de 30 largos años. Le auguramos sinceramente larga vida y buena gestión. Pero estos dos primeros han sido sinceramente indescriptibles y un fantasma parece lo perseguirá por el resto de su periodo: ser el primer religioso en pretender echar abajo a la Casa, el Templo, el Santuario histórico de la milagrosa imagen de nuestro Señor de Luren, el patrimonio de los iqueños, algo que no ha podido hacer la brutal fuerza de los temblores y terremotos ocurridos en éstos últimos 90 años.

Insulto al pueblo: Falso arquitectónico o fachadismo (I parte)




Cuando en fechas anteriores comentábamos que nuestro Obispo ya habría tomado la decisión de reemplazar, previa demolición, al histórico y querido Santuario de Luren, afectado pero no destruido por el terremoto del 2007, por una edificación nueva que guardara cierto parecido con el golpeado ícono religioso de todos los iqueños, alertábamos del inmenso peligro de elegir una opción que cae redonda en la definición del llamado “falso arquitectónico” o “fachadísmo” como los especialistas bien han definido a éstas edificaciones grotescas, adulteradas, embustes cosméticos que han pretendido sin éxito alguno, reemplazar a los diseños arquitectónicos originales en varias partes del mundo.

Pero también hemos dicho que pretender hacer estos esperpentos de cemento, caricaturas ciclópeas y ridículas que buscan reemplazar a los íconos patrimoniales es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Hacer en Ica un templo nuevo, que guarde similitudes con el diseño original, pero haciéndolo “más ancho y más largo” es, en lenguaje coloquial un “engaña muchachos” que se nos ofrece para maquillar las verdaderas intenciones. Nuestro Obispo ha ensayado todas las fórmulas posibles para dorarnos la píldora y aceptemos que tiene la razón –cuando él sabe que no la tiene- en su empecinado esfuerzo por destruir nuestro pasado inmediato; nos ha dicho que el Santuario no es seguro para la feligresía si se opta por la Restauración (y ha tomado un ejemplo atemorizante de una desaparecida iglesia de Pisco inflando la cantidad de fallecidos para dramatizar en su argumento) cuando una abrumadora mayoría de especialistas y restauradores de talla internacional le han hecho saber todo lo contrario. Nos ha dicho también que no se haría responsable por las pérdidas humanas en caso de un nuevo terremoto y se desplome lo restaurado, actitud francamente pilatesca que deja mucho que desear de un líder espiritual. Cuando tiene que ocurrir algo ocurrirá, sea un edificio viejo, nuevo, restaurado o superfortificado; la ciudad de Kobe en Japón es el ejemplo de la caída de grandiosas edificaciones antisísmicas de primer nivel y que juraban sus creadores orientales que iban a ser prácticamente inexpugnables e indestructibles, pero un tremendo terremoto lo desplomó como un castillo de naipes, desgraciadamente. Nada en éste mundo terrenal puede exhibir certificado de garantía de perdurabilidad en el tiempo, indefinida, inmutable, eterna. Nada.

Ofrecer “falsos arquitectónicos” en una pésima política para intentar esquivar el descontento y el rechazo la feligresía. Imponer esta nueva forma de suavizar la equivocada gestión frente a un reclamo latente del pueblo católico no es más que demorar en la respuesta sincera. ¿Acaso se han agotado las ideas y la creatividad para hacer frente al sentir de la ciudadanía que esperaba más de su guía? Pretender echar mano del facilismo y brindarnos la otra alternativa del “fachadísmo” es todavía peor. Conservo la cara, el parecido, la fachada del templo herido pero hago con el cuerpo del edificio los cambios que se me ocurran. Eso no es serio, eso en un insulto, es pretender tratarnos como ciudadanos de segunda categoría, como débiles mentales. Esta forma humillante de condicionar a los peruanos con clasificaciones ciudadanas deplorables lo han sufrido los hermanos de Bagua en los conflictos recientes, pero los resultados le pasaron factura al mismísimo Presidente de la República y el aguillotinamiento de su Gabinete de Ministros. La restauración del Santuario de Luren, con reforzamiento y puesta en valor, recuperando su condición de Monumento Cultural de la Nación es la mejor opción. Cuando no hay amor por lo nuestro, por nuestro patrimonio, nuestra historia, por nuestra identidad cultural será muy difícil encontrar las salidas.