viernes, 19 de agosto de 2011

UNA POLEMICA QUE VUELVE EN EL TIEMPO



Todo es cíclico, se repite nuevamente; cambian los actores pero las contradicciones y las polémicas se mantienen y continúan periódicamente. Estamos viviendo un momento de contradicción que antes ha pasado en nuestra ciudad y los motivos, esencialmente han sido los mismos.

A mediados del siglo pasado, apareció un libro testimonial que juntaba lo dicho y vivido por Francisco, Ricardo y Pedro Caso, texto compilatorio bajo el nombre de “Tres Hermanos” (impreso en los Talleres de la Industria Tipográfica Peruana S.A., Lima, 1950, 461 páginas), aquí el último de los hermanos en señal de homenaje postrero a los dos primeros editaba este libro. Rescato la polémica sostenida entre Ricardo Caso y el Monseñor Emilio Lissón Chaves, XXVII Arzobispo de Lima, respeto a la conservación de los restos carbonizados de la imagen del Señor de Luren, luego del incendio de 1918.

Ricardo Caso decía, a través de los artículos que escribía en el desaparecido periódico “El Heraldo” que la imagen siniestrada del Cristo Moreno de Ica debería rehacerse, pero a la vez que los restos carbonizados luego de la restauración fueran conservados para su veneración, por cuanto procedían de la milagrosa talla en madera que nos llegó desde Europa. El Monseñor Lissón sostenía lo contrario, quien contestando los varios artículos escritos por el iqueñista, le decía: “… que hacía muy mal en enseñar al pueblo la veneración supersticiosa de un trozo de madera” y decía más, “que Dios no lo había llamado por los artículos en materia religiosa” y “que no se metiese en camisa de once varas”. Lo que agudizó una innecesaria polémica sobre el sentido conservacionista de un pueblo por los restos inmolados de su querido Santo Patrono, manteniendo la veneración a la imagen milagrosa.

Al final, pasado los tiempos y las tempestades, los restos carbonizados han permanecido en custodia por la Hermandad del Señor de Luren hasta nuestros días, se cumplió exitosamente con la restauración de la imagen y las tradiciones del pueblo católico iqueño se respetaron. Se repite este ciclo. La autoridad eclesial porfía en cambiar el diseño del Santuario de Luren (habiendo intentado antes reemplazarlo vanamente por otro) y el pueblo devoto pide se respete su original estructura, reforzándolo y poniéndolo en valor. Nuevamente, con distintos actores, la polémica se abre y se mantiene (en nuestro parecer de manera innecesaria). La historia ubicará  -como siempre- a cada uno en su exacto lugar y valor.

NR: artículo publicado en el Diario “La Voz de Ica” fechado el 09.04.2010

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