martes, 30 de junio de 2009

Prodigios del Campo


Si imaginariamente hubiésemos dado un paseo aéreo sobrevolando el valle de Ica hace 100 ó 200 años atrás seguramente hubiéramos pensado que nuestra tierra era una zona completamente árida, con escasa vegetación, sin posibilidad para la vida, sin el verdor de la selva, ni la exuberancia de los ríos de la sierra; en resumen un desierto.
Por aquellos tiempos el verdor del valle era estacional, es decir solo cuando las aguas de avenida inundaban nuestros pocos ríos y los productos que se cultivaban eran de aparición solo en determinados meses del año.


Ahora es distinto, hemos ganado espacio al desierto, extraemos más agua del subsuelo por lo que hay mas campos agrícolas, existe una mejor producción y variedad de vegetales agroindustriales, de frutas, hortalizas, legumbres y panllevar; se han adoptado productos nuevos como el espárragos, brócoli, las especias, las uvas modificadas genéticamente y frutas que solo se destinan para la exportación.
Desde siempre el campo, la tierra útil del suelo iqueño ha sido pródiga regalándonos sus frutos. Hemos sido bendecidos por la variedad y cantidad de productos que han maravillado al mundo. Las uvas traídas por los españoles han hecho historia con el Pisco peruano, dando una calidad inigualable e irrepetible; que decir de los mangos y ciruelas de éstos valles, o las naranjas pequeñas y extremadamente dulces de Palpa o las rojas sandías de descomunal tamaño o los melones de fragancioso sabor. Las paltas, pecanas, o las deliciosas guayabas han sido motivos de poemas y un sinfín de elogios de los degustadores.
Como no mencionar los pacaes o las peras de agua o las manzanas pequeñas con que se preparan jaleas o refrescos.


Otra vena de sabrosas frutas son los dátiles que exudan miel o los higos hinchados de oscura piel que al abrirse afloran las semillitas melosas de un gustillo exquisito que evocan la aridez de nuestras dunas.


Mención aparte merece nuestro indiscutible mango, cuyas calidades, tamaños y aromas especiales nos gratifican, entre otros podemos mencionar el mango de carne, rosado, chato, de chupar, alcanfor y los pecosos y pigmeos cuaresmeros, una delicia al paladar.
Cuando un iqueño viaja por el interior del país, de visita o por trabajo, de seguro se encontrará con los tradicionales vendedores de frutas, en puestos estables o rodantes, entre las frutas que venden y que no son propias del lugar, se ofrecerán las de Ica. Vender una fruta de Ica, uvas, mangos, sandías u otra es sinónimo de garantía, de exquisitez, es la marca de la buena fruta. Este prestigio ganado por los productos de nuestras tierras es un orgullo más para todos los iqueños, es la señal grandiosa que hemos sido bendecidos con un vergel de aromas, colores y sabores a nuestra disposición.

!Si es posible restaurar el Templo de Luren!


Demoler o Restaurar, esa es en síntesis la base de la polémica suscitada entre el Obispo de Ica y un amplio grupo de activos feligreses, respecto al futuro de la casa, del templo del Cristo de Luren, afectado por el terremoto del 2007.
Luego de casi dos años de una abierta y estéril polémica entre estas dos distintas y antagónicas posiciones, pareciese que se abre la posibilidad del diálogo abierto y sincero entre las partes para hallar la mejor solución al problema. Diálogo que está en sus primeros intentos, de hallar el mejor escenario, las formas más adecuadas. Sólo el diálogo, la conversación alturada, la entrevista cordial y fraterna será el camino, la salida definitiva a éste tema.

Quien escribe ésta columna, desde varios artículos anteriores en este mismo medio, ha mantenido su posición respecto a la Restauración del Templo de Luren, argumentación que no es una voz solitaria, sino el deseo de la gran mayoría de fieles, de creyentes que apuestan silenciosamente por la plena conservación del edificio religioso más importante de la fe católica en ésta parte del Perú.

Esta apertura al diálogo abre la oportunidad para escuchar a los profesionales y especialistas entendidos, para saber el futuro del templo de Luren. Serán ellos y no otros los que harán las recomendaciones técnicas pertinentes. Las propuestas de los peritos en estructuras, los versados en diseño, en conservación o renovación darán su opinión sustentada.

A favor de la Restauración han expresado su opinión las siguientes instituciones: El Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigaciones de Desastres (CISMID) y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI); El Colegio de Arquitectos del Perú (CAP) mediante su Pronunciamiento en Defensa del Patrimonio Monumental de Ica afectada por el Sismo; en INC del Cusco; El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS); así como una larga lista de destacados Arquitectos, intelectuales y profesionales.

Sosteniendo la propuesta de la Demolición y construcción de un edificio religioso nuevo están los destacados profesionales: Arq. Miguel Atilio Cestti Calvera; los ganadores del concurso privado para la edificación de la nueva basílica de Luren (Arq. Sandra Barclay-Jean Pierre Crousse). Ningún otro sustento técnico para la demolición del templo ha sido hecho público. Y es sobre la base de éstas opiniones, respetables por cierto, que nuestro Obispo se apoya para tan radical propuesta.

Podemos decir con toda seguridad que salvar el templo de Luren si es posible. Las razones técnicas y científicas afianzan esta exposición. Hacer lo contrario será perder para siempre esta joya excelsa, hasta milagrosamente construida diría, puesto que Don Alberto Cierra Alta Herrera, encargado de diseñar el templo no era arquitecto de profesión, siquiera ingeniero; era autodidacta, un genial maestro de obras, inspirado en su fe y su religiosidad hizo lo que nadie pudo (el construyó también el Santuario de Yauca, el Hotel Colón, los portales de la Plaza de Armas de Ica). Todas estas obras de ingeniería civil han resistido heroicamente los temblores y terremotos que han asolado nuestra tierra en el último siglo. ¿Podemos dudar acaso que exista un designio divino para la permanencia de éste santuario, conservando su diseño arquitectónico primigenio y en el lugar que ocupa desde siempre?

No creemos que en el trascurso del diálogo salga una tercera propuesta a las ya resumidas, es decir mantener el mismo templo de Luren restaurado, pero (“pero”) mejorándolo un poquito, es decir, por ejemplo alargar hacia atrás el santuario para otorgarle un mayor aforo de concurrentes, mayor capacidad. Aceptar esto u otra propuesta similar es pretender un híbrido, una mezcla impura que los especialistas en arquitectura y patrimonio monumental llaman “falso histórico” o “falso arquitectónico”. Si hoy se hiciera una encuesta entre los iqueños, la inmensa mayoría opinaría con firmeza y convicción por mantener su templo original, sin cambios ni maquillajes cosméticos que lo afecten.

Tenemos que recordar que este templo fue hechura de un pueblo religioso, lleno de fe. Tuvieron que pasar 20 años para que se concluyera totalmente. Pero se hizo. El Cristo de Luren y su templo tiene para los iqueños un significado que trasciende lo religioso y adquiere dimensiones socio-culturales. La demolición tendría un impacto profundo en el seno del pueblo, y significaría no solo una pérdida material sino un irreversible daño espiritual y psicológico.

Tengamos fe en las conclusiones del diálogo, recordemos siempre que restaurar es también restablecer lo dañado, significa rehabilitar, reparar o restituir lo que amamos. Mientras estamos en estas disquisiciones terrenales, nuestro Cristo permanece como un mortal damnificado más, esperando el resultado de nuestros tratos, para regresar a su casa de adoración. ¿Pregunto a los iqueños: Huacachina agoniza por inanición, y si sumamos a esto la perdida de nuestro bello Templo, que otro atractivo tendríamos como ciudad?

Artículo publicado en el diario "La Voz de Ica" el 12 Junio 2009
Fotos: Esaú Ventura (Cristo), Templo (Juan Kuroki Jhino)
Diseño afiche: Ronny Galindo

lunes, 29 de junio de 2009

¿Entre la denuncia y la Excomunión?



El Monseñor Héctor Vera Colona, Obispo de Ica hizo una grave acusación en contra un sector importante de su feligresía hace menos de 40 días atrás.

El prelado de la iglesia católica local fustigó el accionar del Comité de Iqueños Unidos por la Restauración del Templo de Luren por “inmiscuirse en labores que no les corresponden..”, criticando ásperamente y desconociendo la creación del colectivo señalando que “es una osadía y un atrevimiento contra la Iglesia”, prometiendo denunciarlos (?). Todo por haberle dicho que no demuelan nuestro Templo de Luren.

Estas singulares declaraciones del Obispo nos traen el doloroso recuerdo de la Santa Inquisición, instrumento que antaño usó la iglesia para castigar a todos aquellos que osaban desafiar la autoridad eclesiástica, herramienta que tiñó de vergüenza al catolicismo en el mundo.

El Obispo dice, sin razón, que le faltan el respeto y lo desobedecen porque ciudadanos libres y responsables han opinado de manera distinta a la suya, que le han dicho respetuosa pero firmemente que está equivocado y que debe enmendarse por el bien de esa Iglesia que dice representar.

La actuación sectaria y egoísta del Obispo de no escuchar a su feligresía en sus reclamos y observaciones dicen mucho de él. En el diálogo de opiniones distintas, en la confrontación de ideas, en el juego de pareceres se halla la solución de los problemas terrenales. Ponerse de acuerdo sobre un tema polémico no es imposible. La Iglesia misma en casos muchos más graves ha intervenido como mediadora para que las partes se logren poner de acuerdo.

Es triste ver que un padre no escuche a sus hijos y, si éstos estuvieran equivocados, los enmiende, los aconseje, les diga con paciencia y con razones cual es el camino correcto. Un padre que amenaza y castiga a sus hijos, que los rechaza y les dice, utilizando interpósita persona, que son atrevidos y osados al criticar sus decisiones se auto convierte en un jefe cuestionable. Un padre que no se reúne siquiera con sus hijos no se podrá quejar por la falta de amor.

Si viviéramos en épocas medievales, cada uno de los diez mil firmantes de la petición para la Restauración del histórico templo de Luren serían encarcelados, juzgados y sentenciados por herejía (apóstata, impío, cismático, infiel, disidente, iconoclasta) en las oscuras mazmorras de la Santa Inquisición, tocándoles a los “cabecillas de la apostasía” la tortura y la muerte. En esas épocas la pena más suave para los contestatarios era la excomunión, esa decir la privación de todos sus derechos como católicos y se les decía que estaban ya condenados para siempre a los sufrimientos del infierno.

Felizmente esas son épocas superadas, somos libres de opinar, de cuestionar, de mantener nuestras creencias, de reunirnos, de formar Comités que critiquen y pidir enmiendas a las decisiones equivocadas. En suma de respetar y que nos respeten. Eso se llama libre convivencia y, la religión siempre ha sido el elemento aglutinante y no el disociador. Tal vez nuestro Obispo no se haya dado cuenta que los tiempos han cambiado, que no se permite ya ukases ni obediencia carneril, a pesar que el jefe del rebaño esté equivocado. Errar es humano, nuestro prelado humano es.

Y algo más, nuestro querido y todavía amado Obispo está a tiempo acercarse a su grey, de extender sus brazos para recibir a sus hijos en señal de comprensión y reconciliación, de juntar nuestras manos en señal del perdón, de caminar por la misma senda, entonando los cánticos y alabanzas sobre la hermandad que predicara nuestro Cristo Redentor. El liderazgo de la Iglesia en Ica la sigue teniendo él y el fortalecimiento de la misma nos corresponde a todos nosotros.
Foto: Ronny Galindo
Artículo publicado en el diario "La Voz de Ica", el 12 de Mayo del 2009

¿Existen razones para la demolición del Templo de Luren?



Una increíble polémica se ha desatado entre la feligresía activa y la jerarquía de la iglesia católica en Ica, respecto a la posible refacción o la total demolición del Templo del Luren.

Luego del terremoto que destruyó gran parte de nuestra ciudad –y otras ciudades del sur del Perú- entre la fila de damnificados que vieron afectadas sus casas, está el histórico Templo del Luren. El milagroso patrono de los iqueños sufre igual que los simples mortales, no puede habitar su casa de adoración, se halla en un precario y temporal refugio esperando que los católicos de Ica le puedan devolver su casa original.

Es aquí donde se inicia la polémica: la jerarquía de la iglesia católica, encabezada por el Monseñor de la Diócesis de Ica, quien por su silencio prolongado apuesta por la demolición y construcción de un templo nuevo y por otro lado un sector considerable de la feligresía iqueña, encabezados por personalidades preclaras de nuestro pueblo optaron por la Restauración del templo original, reconstruyendo las partes que fuesen necesarias, con materiales fuertes y modernos; pero conservando la estructura primigenia. Es decir, rescatando su condición de monumento histórico.

La respuesta de los gobernantes de turno ante éste pedido urgente para contar con la casa definitiva de la sagrada imagen ha demorado más de la cuenta. La entrega de la capilla provisional es una muestra de ello pues se hizo con las justas antes del inicio de las actividades religiosas por semana santa del presente año; amén de las observaciones y cuestionamientos que hicieron a la obra. Así mismo desde hace dos años se escuchan las trilladas promesas de los políticos de turno, todos dicen que hacer pero nadie lo plasma en los hechos, todos soslayan su responsabilidad para hacer realidad este deseo colectivo de todo un pueblo. ¿Tal vez esperan incluir al Cristo de Luren en su plataforma de promesas políticas del año electoral que recién se inicia?

La actitud de las autoridades eclesiásticas ha sido discretamente sospechosa, puesto que han abandonado el liderazgo de los legítimos reclamos de la feligresía que aspira tener en el tiempo más breve posible la casa definitiva para su Cristo moreno. El obispado acaso no ha optado por la mera gestión burocrática y el facilismo de dar su aprobación para derruir el templo herido y gestionar la nueva edificación después. Podemos preguntarnos si la cuestionada Resolución del INC, vía la Sra. Bakula, que despojara a nuestro templo de su legítimo y bien ganado título de monumento histórico no sería acaso parte de ésta misma lógica sinuosa de apostar por la construcción de un templo nuevo, con mayores gastos, pero con suculentos dividendos. ¿Se necesita ser pitoniso acaso para adivinar quienes serían los directos beneficiados de ésta radical propuesta?


Los impulsores de la Restauración del templo saben que tienen una gigantesca tarea por delante, están conscientes que la convocatoria a las Vigilias permanentes es solo el inicio del despertar de la feligresía en el reclamo de sus legítimos derechos. Recuérdese que la hechura original del templo del Luren fue una gestión comprometida del pueblo, conducida por “La sociedad de los 16 Amigos”. De ellos partió la iniciativa y ellos concluyeron la obra. El clero solo supervisó el esfuerzo de quienes apostaron por un santuario digno.



Hoy día, la responsabilidad de los ciudadanos que comandan ésta iniciativa por la Restauración es enorme. Ellos tendrán que convocar, organizar, planificar y controlar las acciones para que se respete la decisión de llevar a cabo la conservación del monumento original. Muchos de los que ahora convergen en las Vigilias son descendientes directos de los protagonistas por la restauración de la imagen carbonizada del Cristo de Luren y la edificación original del templo, hace 90 años atrás. Los hijos y nietos de don Alberto Cierra Alta, Julio Cañedo, Alfredo España, Isidoro Mendoza, Fortunato Destéfano, Carlos Ramón Moyano, Jesús Silva, Francisco Caso y muchos más. La sola presencia de aquellos que guardan las historias personales de sus antecesores en ésta hermosa obra, orgullo de los iqueños repartidos por todo el mundo, es el aval y garantía de que las acciones reivindicatorias emprendidas son correctas.
Foto: Juan Kuroki Jhino
Este artículo se publicó en el diario "La Voz de Ica" con fecha del Jue. 07 mayo 2009

El Luren: un Templo herido



Estamos a 4 meses para que cumplamos los dos primeros años en que ocurrió el terremoto que agudizó la miseria en gran parte de nuestra región. Se perdieron vidas, casas, edificios, se truncaron expectativas de progreso, quedamos gravemente heridos por la furia de la naturaleza que trastocó la “normalidad de nuestras existencias” de un día para otro, como una horrible pesadilla del cual muchos todavía no acabamos de despertar. Se perdió mucho, pero no se perdió la fe.
Se dice que un pueblo sin fe es un pueblo sin Dios. Aquello felizmente no es Ica, al contrario. Presurosos nos recogimos en nuestras creencias, nuestra religión. Acudimos ante el Cristo moreno para postrarnos en ruegos, abrazando nuestra devoción por quien siempre nos recibió piadosamente en momentos de angustia y necesidad. Fuimos masiva y presurosamente a su casa de adoración; -pero la sorpresa no tuvo límites- cuando estuvimos en la puerta de su templo y descubrimos que el Cristo del Luren era un damnificado más, igual que muchos de nosotros. Su casa, su templo, había sufrido los embates del terremoto.


Han pasado casi dos años y el templo del Luren continua herido, desfigurado en su belleza arquitectónica, la feligresía espera la acción reparadora de quienes representan hoy a los gobernantes de turno y de la misma jerarquía de la iglesia católica, pero no se ha hecho mucho; al contrario, la inoperancia de las mismas, han permitido abrir un debate estéril sobre la REFACCIÓN o LA DEMOLICIÓN de éste hermoso templo, hechura de un pueblo creyente, que empujado por su fe ante el incendio inesperado de la antigua imagen del Cristo santo, hace 90 años, expresaron su sentimiento colectivo para rehacer lo perdido y acto seguido darle, como se hizo, un santuario digno para el santo patrono; convocando así a los hombres, mujeres y niños de nuestra tierra para converger en un esfuerzo multitudinario, sin parangón, que luego de varios años de silencioso trabajo edificaron el templo que hasta ayer conocimos.


Algunos seguramente han olvidado que en las páginas de la historia de nuestra ciudad han quedado indeleblemente escritas que este templo costó sangre, sudor y lágrimas a muchos cientos y miles de creyentes que lo dieron todo sin pedir nada a cambio, motivados únicamente por su fe, por darle un cobijo decoroso a la imagen milagrosa del Cristo de la piel cobriza. En esas mismas páginas de la historia encontrarán que el dinero y el trabajo esforzado de la feligresía -y no la jerarquía eclesiástica- fueron quienes hicieron éste santuario. Aquella vez, las bendiciones del clero no reemplazaron al esfuerzo ni a los ladrillos, ni a la entrega de un pueblo devoto que fue la base de este templo.


Hoy, quienes a través de las VIGILIAS permanentes luchan para que no se pierda para siempre la hermosa figura de la casa original del Cristo de Ica, se encuentran avivando la fe aletargada de un pueblo que recién se despereza para que, reviviendo épocas pasadas, nos juntemos para exigir –no mendigar- que la recuperación de éste santuario, vía la REFACCIÓN se dé a la brevedad posible.


La refacción no es un capricho ni una pose veleidosa. Esta propuesta está respaldada por Instituciones prestigiosas, nacionales y extranjeras; profesionales del ramo de incuestionable calificación han opinado que ésta opción es posible y los resultados de la misma, sísmicamente hablando, será también segura.
En cambio la demolición y la construcción de un nuevo templo acabarían de una vez y para siempre con la memoria colectiva de éste pueblo aguerrido. La modernidad nos dará seguramente un recinto cómodo pero frío, los nuevos conceptos arquitectónicos brindarán de hecho una edificación llena de luces y amplitud, pero carente de identidad y vacío espiritualmente.


Si queremos imaginar cómo sería esta nueva casa para nuestro Cristo miremos esa espeluznante maqueta que se exhibe por allí y que según dicen, ha ganado un concurso nacional, imaginemos por un momento que se haga realidad éste edificio, ello convocaría un rotundo y masivo rechazo de quienes llevan la fe en el corazón y no en los bolsillos.
Algunos políticos cazurros de pronto estarán frotándose las manos en el cálculo electoral de levantar la bandera de la refacción (o la demolición) del templo del Luren les brindará la oportunidad de obtener votos para sus predios, pero se equivocarán de plano. Por lo menos, la lucha por la REFACCIÓN del santuario iqueño es una apertura honesta a la acción de hombres y mujeres de buena voluntad, sin tintes ni partidismos por nadie; es una convocatoria multánime, anónima y libre. Las camisetas y carnets políticos deberán quedarse en las respectivas casas de quienes deseen ayudar. Pintar la lucha de cualquier color político acabaría con la credibilidad de un pueblo y daría la partida de defunción a ésta gran iniciativa popular. Este nuevo desafío es la oportunidad que nos brinda la historia para apoyar al damnificado mayor de nuestras tierras: el Cristo milagroso del Luren.

Publicado en el diario "La Voz de Ica", el 05 de Mayo del 2009

domingo, 28 de junio de 2009

El Terremoto del 2007


El Perú y en especial Ica es zona de temblores y terremotos. A través del tiempo nuestro país ha sido castigado por una cadena de movimientos telúricos que han dejado una cruenta historia de drama y dolor.
El Perú, está ubicado dentro del “Cinturón de Fuego” y casi al borde del encuentro de dos placas tectónicas: La Sudamericana y la de Nazca. Estas se alternan entre sí, produciendo un efecto llamado de subducción (hundimiento de una placa bajo la otra) y originan la liberación súbita de la energía producida por éstas placas en forma de ondas sísmicas, las mismas que agitan la superficie produciendo daños en ella o en las construcciones realizadas por el hombre.


Cuando los españoles irrumpieron el territorio del Perú (1531) y lo colonizaron, hicieron villorrios y ciudades de gran magnificencia durante los tres siglos de ocupación. El historiador don José Toribio Polo (1904), estimó que se habían producido más de 2,500 temblores en territorio peruano, desde la conquista hasta fines del siglo XIX, basando sus cálculos en bibliografía dispersa de navegantes, estudiosos y documentos oficiales.


El Terremoto del 15 de Agosto del 2007 fue uno de los más violentos ocurridos en el Perú en los últimos años; el más poderoso (en cuanto a intensidad y a duración), pero no el más catastrófico, porque el terremoto de 1970 (Ancash) lo superó ampliamente con más de 70 mil muertos. No podemos evadir nuestro destino. Ica ocupa un lamentable lugar de privilegio en este territorio de fragilidad sísmica.

La clave que puede significar nuestra sobrevivencia a los terremotos es la prevención. Prevenir es anticipar, es advertir el peligro antes que ocurra, es tomar las medidas necesarias con la familia, en el trabajo o en la escuela. No necesariamente esperemos que todos nos los digan las autoridades competentes. Averigüemos a través de los medios de información que hacer antes, durante y después de un sismo.


Aprendamos a distribuir las responsabilidades dentro del grupo en que convivimos y sobre todo practiquemos, simulemos con realismo la eventualidad de éstos desastres.
No sabemos cuándo ocurrirá otro sismo pero lo que sí debemos saber es que hacer para cuando esto ocurra.


EL ÚLTIMO TERREMOTO EN CIFRAS
DIA: miércoles 15 de Agosto del 2007
HORA: 18:40:57 hora local
DURACIÓN: 210 segundos (3 min, 30 seg.)
MAGNITUD: 8,1 grados en la escala de Mercalli (7.9 Richter)
ORIGEN: fricción de las placas Continental y Nazca
EPICENTRO: a 49 kms al oeste de Chincha Alta
HIPOCENTRO: 39 kms de profundidad
MUERTOS: 1,000 (incluyendo 400 desaparecidos)
HERIDOS: 1,800 personas
DAMNIFICADOS: 319,886 personas
ZONAS AFECTADAS: Pisco, Ica, Chincha, Cañete, Huaytará, Castroverreyna y Yauyos.

Cachiche: Herencia de hechiceros


La magia, la brujería y las supersticiones son fenómenos que han acompañado a los hombres desde su aparición en la faz de la tierra. Estudiosos y especialistas definen estas manifestaciones como parte de la ignorancia a lo desconocido, otros expresan fe ante estas prácticas.
Esta creencia se halla metida en la idiosincrasia de las gentes. Muchos creen en Dios, pero también creen en las brujerías, aunque todas las religiones principales no las aceptan y por el contrario las combaten.


Ica ha tenido a sus brujos, hombres y mujeres, muchos de ellos muy famosos que asentaron sus reales en un pequeño poblado llamado Cachiche. Este caserío de brujos se especializó en los temas de la brujería, la adivinalogía o la misma santería. Cachiche todavía supervive al recuerdo de esta fama, arrinconados por el avance de la modernidad y la velocidad de la vida diaria.


En Cachiche albergó a incontables mujeres que de acuerdo con las reseñas y testimonios, poseían poderes sobrenaturales, usados para curar todo tipo de males que afligían al cuerpo y “curaban” también las aflicciones del alma, el mal de amores dicen. Una cantidad increíble de enrevesados brebajes, pócimas y tratamientos; rituales extraños, lectura de cartas e invocaciones a seres sobrenaturales dicen que, garantizaban la sanación del mal que afligía nuestros cuerpos. O conocer el futuro que a cada uno de los clientes les esperaba, buscando siempre la anhelada prosperidad, la posibilidad de hallar un buen trabajo o la fortuna en los viajes, amén de lograr el amor de la pareja o arañar metas imposibles.


La bruja más famosa de Cachiche fue sin lugar a dudas Julia Hernández Pecho Viuda de Díaz, clarividente y sanadora que, según cuentan, murió a los 106 años de edad luego de una azarosa vida llena de sortilegios y hechizos, pero no era “malera”, era de las que curaban y reconciliaba corazones.
Otro de los brujos famosos fue don Víctor Cabrera Espino, distinguido cachichano, fallecido a la edad de 91 años, sobre él se dice que su fama en las curaciones y la búsqueda de respuestas en el mazo de barajas españolas eran infalibles.

En estos tiempos el avance de la medicina, la gran apertura a la información y la modernidad han casi extinguido el mito que se creó sobre Cachiche. Visitar este pueblo es ir solo a un touring de mística añoranza, observar la modestia de sus viviendas, el busto a las brujas que perennizan el recuerdo, las casitas coloridas con llamativos murales o grandes carteles que anuncian los servicios brujeriles es el toque folklórico al tema. Visitar Cachiche ya no es más la experiencia de esoterismo fantástico de antaño, ir en busca de lo desconocido, de tener la esperanza de lograr un “milagro” para aliviar nuestras humanas aflicciones. Los brujos famosos ya no existen, sus sucesores no inspiran confianza ni siquiera contratando avisos radiales o pequeños anuncios en la prensa escrita local.


Cachiche es ahora, más que nunca, como su nombre de raíces quechuas lo definían: aillpa cachani (tierra salada) pueblo de sal, de olvido y de evocaciones. Una tradición más que se va diluyendo irremediablemente a través de los tiempos.

La inexorable muerte de las lagunas de Ica




El paso del tiempo ha borrado grandes maravillas naturales que los iqueños no hemos sabido apreciar ni guardar con atención y responsabilidad social. Estas tierras con apariencia desértica ha tenido no una sino varias lagunas, grandes y pequeñas, que han servido para el disfrute y en sosiego en los calurosos veranos.


Todavía nos queda hoy el afloramiento de agua superficial más importante de Ica, la Laguna de Huacachina, que en su época de oro fue conocida internacionalmente como el Oasis de América, era en verdad una valiosa esmeralda engastada en las dunas áureas, acurrucada, aquietada entre la ondulante arena y enmarcada con tímidas pinceladas de añejos huarangales. Huacachina ha sido un portento irrepetible, cuyas espesas y verdes aguas aportaron curación, distracción y frescor a sus visitantes. La Huacachina de hoy muere por inanición, está en sus últimos días, sobrevive con las justas conectada a un pulmón artificial, que le provee -no oxígeno- pero si agua fresca, prolongando su agonía.

Los iqueños hemos sido privilegiados por el buen Dios que nos dió varias lagunas y, como Huacachina, las hemos dejado morir, desaparecer ante la indiferencia mayoritaria y la insensibilidad de los gobernantes locales de todos los tiempos.

Ya no tenemos más Lagunas importantes como La Victoria, La Huega y Orovilca, balnearios de obligada concurrencia social a inicios del siglo pasado. Tampoco tenemos la Laguna de Saraja ahora ocupada por viviendas. Menos importantes fueron los afloramientos naturales de agua que se ubicaban en Macacona, Pozo Hondo, y el barrio de Manzanilla.
En estas lagunas y lagunetas, que eran visitadas por bañistas y cazadores de patos silvestres, eran los lugares preferidos de los padres de nuestros padres, allí disfrutaron de su niñez y su adolescencia. Lamentablemente de todo esto ya no queda ni el recuerdo.

Solo viejas fotografías amarilladas por el tiempo, retorcidas por el olvido, nos cuentan que éstas algún día existieron. La modernidad aplastó las maravillas de antes. Ahora son espacio para viviendas, malolientes chiqueros para cerdos y animales caseros, almacén precario para recicladores de desperdicios, insalubres botaderos para la basura de la urbe, inmundicias que ahora miramos de soslayo, como no queriendo acordarnos de su magnífica existencia hace solo algunas decenas de años atrás.

Las generaciones futuras se preguntarán por qué no hicimos nada para salvar estos bellos dones naturales, porque no alzamos nuestras voces exigiendo a las autoridades para que ejerzan su responsabilidad y pedir que salven lo nuestro, la inacción y el silencio común ha sido de oprobiosa complicidad para la destrucción total de las lagunas. Dicen, que es parte de nuestra idiosincrasia como pueblo. ¿Uds. amigos que opinan?

sábado, 27 de junio de 2009

El origen del Pisco


La llegada de los españoles a América trajo la adaptación de nuevos cultivos, varios de ellos se adaptaron magistralmente, entre ellos la vid.


Las primeras cepas de vid fueron traídas al Perú a finales del siglo XVI, desde Las Islas Canarias, por Francisco de Caravantes. En Ica, debido a su especial clima semi-cálido, al terreno pedregoso-arenoso y siendo las precipitaciones pluviales escasas permitieron un excelente rendimiento de las uvas y por tanto de la producción artesanal de un licor especial que los antiguos llamaron PISCO.


Al iniciarse el siglo XVIII, las vides iqueñas rendían al año 40.000 botijas de vino y 30.000 de aguardiente de uva o pisco.


El Pisco es el aguardiente de uva peruano obtenido de la destilación de los caldos frescos de la fermentación exclusiva del mosto de uva (jugo de uva), siguiendo las prácticas tradicionales establecidas en las zonas productoras. Originalmente la producción de Pisco se realizó únicamente de la uva quebranta, que es una variedad no aromática y de un gusto muy peculiar, la misma que otorga el sabor inconfundible al Pisco obtenido de esta variedad. Esta variedad fue el resultado de la mutación genética natural de la uva negra traída por los españoles.


Posteriormente se desarrollaron otros tipos de Pisco, con variedades aromáticas como: Italia, Moscatel de Alejandría, Torontel o Albilla. Nuestra bebida es única e inigualable, a pesar que existen otras buenas zonas productoras tales como los Departamentos de Lima, Arequipa, Moquegua y los valles de Locumba, Sama y Caplina del Departamento de Tacna.


El nombre Pisco tiene un origen indiscutiblemente peruano tal como se ha podido verificar de los estudios realizados por lexicógrafos, cronistas e historiadores. Se trata de un vocablo prehispánico (quechua) que significa "ave" o "pájaro".


La denominación de origen, es decir la procedencia del nombre también es incuestionable porque desde casi cinco siglos atrás, poco antes que se iniciara la conquista española, el término PISCO se constituyó como un topónimo-referente a una parte especial de la geografía peruana, que otorgó su nombre a nuestra bebida nacional. Tener una ciudad, un puerto, un rio y una provincia con el nombre de Pisco le confiere total autoridad a nuestra denominación de origen. Sin embargo Chile, nuestro vecino sureño, se empecina en el uso indebido del término Pisco para venderlo como suyo en el mercado internacional, que en realidad es un aguardiente de uva rebajado con agua desmineralizada. Ellos se avergüenzan -al parecer- de usar el término del nombre primigenio de su pueblo vitivinícola, llamado Unión, y luego Elqui y posteriormente Pisco Elqui.


Lo que si existe en algunos países es el registro indebido de la palabra Pisco como "marca", lo que resulta contrario a las normas internacionales vigentes que establecen claramente que una denominación de origen no puede, en ningún caso, ser registrado como marca comercial.


La producción de Piscos y Vinos en el valle iqueño ha repuntado en los últimos años, el apoyo gubernamental se ha incrementado, la aceptación internacional es cada día mayor, pero aún falta asentar nuestro producto de bandera, marketearlo creativamente en todo ámbito, promocionar el consumo interno y defender con uñas y dientes lo que es nuestro gran símbolo de peruanidad.
Foto: Ronny Galindo

Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo

Distinguido militar español nacido en Sevilla en el año de 1528, hijo del noble español Don Miguel Jerónimo de Cabrera y Zúñiga y de Doña María de Toledo y Hernández del Pedrozo.

Llegó a Lima a la edad de 31 años, con el grado de Alférez de la Real Armada, acompañado de su hermanastro Pedro de Cabrera, a la postre Alcalde y Encomendero de la noble ciudad de Lima.
Jerónimo Luis recibe el encargo de su pariente el Virrey Diego López de Zúñiga y Velazco, que fundara a la usanza española la ciudad de “Villa de Valverde del Valle de Ica” , esto ocurrió el 17 de Junio de 1563 en el lugar denominado Tacaraca (hoy Caserío de la Venta).

Luego de su breve estancia en Ica pasó a la ciudad del Cuzco donde contrajo nupcias con Doña Luisa Martel de los Ríos, natural de Panamá, viuda del conquistador del Perú Garcilaso de la Vega y Vargas, padre del mestizo y renombrado escritor peruano: Inca Garcilaso de la Vega. Con Doña Luisa tuvo varios hijos entre ellos: Pedro Luis y Miguel Jerónimo Luis de Cabrera Martel.

En 1571 es nombrado Corregidor y Justicia Mayor de los Charcas y la Villa del Potosí y a fines de ese mismo año el Virrey Francisco de Toledo lo designa como "adelantado" para la exploración y conquista de nuevas tierras para la corona española en América, en el hoy territorio argentino; para asegurar el comercio y las relaciones entre Tucumán y Charcas (Alto Perú).

Jerónimo de Cabrera decide, sin autorización adentrarse más al sur, contraviniendo las recomendaciones del Virrey. Esta decisión a la postre sería fatal para él.

En su búsqueda, el bravo militar funda, el 6 de Julio de 1573, la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía, (hoy Provincia de Córdova, Argentina) nombre que fue solicitado por su esposa, cuyo linaje estaba radicado en una ciudad de igual nombre en España.

El conquistador español continúa su búsqueda de un lugar aparente para hacer allí un puerto seguro y con fácil salida marítima, es decir hacia el Océano Atlántico. Con esas expectativas llegó a orillas del río Paraná donde coincide con la llegada de otro expedicionario: Juan de Garay quien perseguía el mismo objetivo, trabándose entre ellos una discusión por los derechos del descubrimiento.

En ese momento fue urgentemente llamado a la ciudad de Córdova por el peligro inminente de una rebelón de los indígenas comechingones.

El Rey Felipe II envía a Don Gonzalo de Abreu para que sustituyera a Jerónimo de Cabrera y la abriera proceso sumario por desobediencia, por lo que el fundador de importantes ciudades es condenado a muerte por decapitación en Santiago del Estero (Argentina) el 17 de agosto de 1574, muriendo a la edad de 46 años.

Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo es considerado como una de las figuras más ilustres de la conquista de Argentina. Las ciudades de Córdova e Ica, fundadas por un mismo personaje, no han establecido vínculos de hermandad, como debería corresponderles.

La Fundación Española de Ica

Luego de la conquista española del Imperio Incaico en 1531 se inicia la colonización de sus ricos e inmensos territorios, por lo que el reparto entre los nobles españoles se hizo mediante el sistema de Encomiendas.


Francisco Pizarro encargó a su fiel amigo Don Nicolás de Ribera y Laredo "El Viejo", uno de los trece de la Isla del Gallo, la búsqueda de un lugar adecuado para la fundación de la capital del Virreynato; por lo que éste llegó a la zona que hoy se conoce como Pisco, donde decide fundar la "Villa de San Gallán" (más tarde conocida como Lima la Vieja). Esta propuesta fue desechada por el propio Pizarro quien fundó Lima en el Valle del Rímac.


El 01 de septiembre de 1534 Nicolás de Ribera llega a Ica para instalarse, en un hermoso valle de fértiles tierras y cálido clima; antiguo territorio de culturas pre incas. Allí se establece junto a una comitiva de españoles, servidumbre y esclavos.


Años más tarde, por encargo del cuarto Virrey del Perú, Don Diego de López de Zúñiga y Velazco, el jóven capitán español Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo funda "La Villa de Valverde del Valle de Ica" el 17 de Junio de 1563. Nombre que se le dá a la Villa en honor del señorío familiar del Virrey en Castilla La Vieja, España. Esta erección ocurrió en el primigenio emplazamiento de la ya desaparecida Tacaraca (hoy Caserío de La Venta).


Jerónimo de Cabrera tuvo hacienda en la Villa de Valverde pero no fue residente permanente, por lo que tuvo que partir pronto para el Cusco para cumplir otros encargos y comisiones. Su descencencia la inició en el Cusco y sus hijos posteriormente fueron destacadas personalidades en Argentina y no en el Perú.


Para 1570 acontece la impresionante historia de la creación de una ermita y luego un templo nuevo para albergar a la milagrosa imagen del Cristo de Luren, en el lugar destinado para las reducciones indígenas llamado Hurin Ica.


Hacia 1630, la Villa de Valverde, que ya había mudado de lugar por causa de un gran terremoto (12 de Mayo de 1568), ya contaba con 200 vecinos españoles y criollos, unos 9000 esclavos negros y la llegada continua de europeos que migraban atraídos por las fabulosas riquezas que poseía el Perú.


Por entonces ya era tradicional la producción de vinos y de un aguardiente lugareño de uva llamado pisco, cuya fama y aceptación era reconocida en toda América.


La memoria de Ica como pueblo ha sufrido grandes transformaciones. Somos una mezcla de razas que la historia moldeó, hemos creado nuestras propias costumbres de la diversidad; somos gente indomable, con sangre de aventura, de trabajo, de pasión, de entrega y de futuro. Somos Ica, un pueblo que no sucumbe, que no se deja vencer, que lucha y eleva su voz.

!Que Viva Ica y que Viva el Perú!