lunes, 29 de junio de 2009

El Luren: un Templo herido



Estamos a 4 meses para que cumplamos los dos primeros años en que ocurrió el terremoto que agudizó la miseria en gran parte de nuestra región. Se perdieron vidas, casas, edificios, se truncaron expectativas de progreso, quedamos gravemente heridos por la furia de la naturaleza que trastocó la “normalidad de nuestras existencias” de un día para otro, como una horrible pesadilla del cual muchos todavía no acabamos de despertar. Se perdió mucho, pero no se perdió la fe.
Se dice que un pueblo sin fe es un pueblo sin Dios. Aquello felizmente no es Ica, al contrario. Presurosos nos recogimos en nuestras creencias, nuestra religión. Acudimos ante el Cristo moreno para postrarnos en ruegos, abrazando nuestra devoción por quien siempre nos recibió piadosamente en momentos de angustia y necesidad. Fuimos masiva y presurosamente a su casa de adoración; -pero la sorpresa no tuvo límites- cuando estuvimos en la puerta de su templo y descubrimos que el Cristo del Luren era un damnificado más, igual que muchos de nosotros. Su casa, su templo, había sufrido los embates del terremoto.


Han pasado casi dos años y el templo del Luren continua herido, desfigurado en su belleza arquitectónica, la feligresía espera la acción reparadora de quienes representan hoy a los gobernantes de turno y de la misma jerarquía de la iglesia católica, pero no se ha hecho mucho; al contrario, la inoperancia de las mismas, han permitido abrir un debate estéril sobre la REFACCIÓN o LA DEMOLICIÓN de éste hermoso templo, hechura de un pueblo creyente, que empujado por su fe ante el incendio inesperado de la antigua imagen del Cristo santo, hace 90 años, expresaron su sentimiento colectivo para rehacer lo perdido y acto seguido darle, como se hizo, un santuario digno para el santo patrono; convocando así a los hombres, mujeres y niños de nuestra tierra para converger en un esfuerzo multitudinario, sin parangón, que luego de varios años de silencioso trabajo edificaron el templo que hasta ayer conocimos.


Algunos seguramente han olvidado que en las páginas de la historia de nuestra ciudad han quedado indeleblemente escritas que este templo costó sangre, sudor y lágrimas a muchos cientos y miles de creyentes que lo dieron todo sin pedir nada a cambio, motivados únicamente por su fe, por darle un cobijo decoroso a la imagen milagrosa del Cristo de la piel cobriza. En esas mismas páginas de la historia encontrarán que el dinero y el trabajo esforzado de la feligresía -y no la jerarquía eclesiástica- fueron quienes hicieron éste santuario. Aquella vez, las bendiciones del clero no reemplazaron al esfuerzo ni a los ladrillos, ni a la entrega de un pueblo devoto que fue la base de este templo.


Hoy, quienes a través de las VIGILIAS permanentes luchan para que no se pierda para siempre la hermosa figura de la casa original del Cristo de Ica, se encuentran avivando la fe aletargada de un pueblo que recién se despereza para que, reviviendo épocas pasadas, nos juntemos para exigir –no mendigar- que la recuperación de éste santuario, vía la REFACCIÓN se dé a la brevedad posible.


La refacción no es un capricho ni una pose veleidosa. Esta propuesta está respaldada por Instituciones prestigiosas, nacionales y extranjeras; profesionales del ramo de incuestionable calificación han opinado que ésta opción es posible y los resultados de la misma, sísmicamente hablando, será también segura.
En cambio la demolición y la construcción de un nuevo templo acabarían de una vez y para siempre con la memoria colectiva de éste pueblo aguerrido. La modernidad nos dará seguramente un recinto cómodo pero frío, los nuevos conceptos arquitectónicos brindarán de hecho una edificación llena de luces y amplitud, pero carente de identidad y vacío espiritualmente.


Si queremos imaginar cómo sería esta nueva casa para nuestro Cristo miremos esa espeluznante maqueta que se exhibe por allí y que según dicen, ha ganado un concurso nacional, imaginemos por un momento que se haga realidad éste edificio, ello convocaría un rotundo y masivo rechazo de quienes llevan la fe en el corazón y no en los bolsillos.
Algunos políticos cazurros de pronto estarán frotándose las manos en el cálculo electoral de levantar la bandera de la refacción (o la demolición) del templo del Luren les brindará la oportunidad de obtener votos para sus predios, pero se equivocarán de plano. Por lo menos, la lucha por la REFACCIÓN del santuario iqueño es una apertura honesta a la acción de hombres y mujeres de buena voluntad, sin tintes ni partidismos por nadie; es una convocatoria multánime, anónima y libre. Las camisetas y carnets políticos deberán quedarse en las respectivas casas de quienes deseen ayudar. Pintar la lucha de cualquier color político acabaría con la credibilidad de un pueblo y daría la partida de defunción a ésta gran iniciativa popular. Este nuevo desafío es la oportunidad que nos brinda la historia para apoyar al damnificado mayor de nuestras tierras: el Cristo milagroso del Luren.

Publicado en el diario "La Voz de Ica", el 05 de Mayo del 2009

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