En la columna publicada hace dos días decía lo siguiente: “...Los Obispos en la historia del catolicismo, salvo honrosas excepciones, siempre han sido hombres muy entrados en canas, fogueados en el entendimiento de las conductas humanas, dados a los consejos experimentados, en la compenetración con su grey”. Y hoy quiero referirme a una de esas excepciones. Una singular y positiva excepción. Se trata del caso del Monseñor Alcides Mendoza Castro, considerado como el Obispo más joven del Mundo y es peruano, por supuesto.
En efecto, este religioso nacido en 1928 en la bella Huancavelica y que hoy retirado en su casa de Chaclacayo, a los 82 años de edad, recuenta con infinita paciencia los hechos más saltantes de su fructífera vida religiosa para orgullo y ejemplo del sacerdocio peruano. El Monseñor Alcides Mendoza Castro fue excepcionalmente consagrado como sacerdote a la edad de 23 años y nombrado como Obispo de Abancay cuando su vida frisaba apenas por los 30 cumpleaños y sólo 7 como sacerdote. Fue durante 12 años Obispo de Abancay, luego Arzobispo en su condición de Vicario General Castrense del Perú y finalmente como Obispo del Cusco concluyendo honrosamente cinco décadas de sacerdocio en su condición de Obispo, a lo cual se le tiene que agregar a su desempeño 5 años más como Obispo Emérito. Este honorable varón es un enorme, gratificante y extraordinario ejemplo de vida.
En estos días de desentendimiento, de polémicas, de críticas al desempeño de nuestro Obispo local, me he permitido citar algunos extractos del pensamiento y la experiencia del provinciano Monseñor Alcides Mendoza Castro, brindadas a una publicación europea, que podrían tomarse como referentes o servir para mejorar desempeños. Estando por primera vez en el Vaticano (Julio de 1960) y frente al Papa Juan XXIII, como buen padre lo aconsejó, diciéndole: “…orienta tu vida por el camino de la humildad. Mientras seas humilde, Dios te puede elevar a grandes alturas, pero si permites que la soberbia se apodere de tu alma, muchas vergüenzas cubrirán tu vida” y preguntado: “Si pudiera hablar con un obispo recién elegido, ¿qué consejo le daría?” la respuesta del siempre jovial Monseñor fue: "Haz de tu vida un camino de Eucaristía y de María, siguiendo el derrotero de la humildad para que puedas decir como María: 'ha visto la humildad de su esclava y por eso ha hecho cosas grandes en mí el que es Todopoderoso".
Concluyo diciendo que estos casos excepcionales confirman la regla. Tal vez muchos exigirían a nuestro Obispo de esta Diócesis pergaminos de sabiduría, de apertura, de paciencia, de mejor entendimiento, pero ahora, en mi particular punto de vista, requiere urgentemente una dosis de humildad. ¿Es difícil?
NR: artículo publicado en el Diario “La Voz de Ica” fechado el 19.03.2010
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