En la religión cristiana existen misterios que todavía no han podido ser resueltos por que en su oportunidad no se han podido comprender o explicar a través de la lógica o la razón, por lo que han devenido en hechos evidentemente milagrosos. Dos casos singulares de connotación religiosa han ocurrido históricamente en el marco de ésta definición, uno en la Ciudad de Santa Fe, Nuevo México (EE. UU.) y el otro en la ciudad de Ica (Perú), los mismos que sucintamente hago mención.
La primera ocurrió en la Capilla de Loretto, regentada por las hermanas de la orden de Loretto. Estas religiosas se hicieron construir en 1872 una Capilla de estilo gótico (similar al Templo de Luren), la misma que se ha hecho conocida mundialmente por su famosa Escalera que permite el acceso al lugar del coro, ubicado a 7 mts. de altura, pero el misterio reside en su técnica de construcción y en el constructor. Cuenta la historia que debido a la prematura muerte del diseñador de la Capilla no se pudo construir una escalera para llegar hasta el lugar del Coro, por lo que las religiosas convocaron a todos los carpinteros conocidos para hacer una escalera, pero la respuesta de los ebanistas siempre fue que era imposible hacerla por el reducido espacio que contaban. Las hermanas de Loretto decidieron realizar una novena a San José, el protector de los carpinteros, al noveno día apareció un respetable anciano quien dijo ser un experimentado carpintero y podía hacer la escalera, pero el ebanista estableció sus condiciones, la principal fue que necesitaba de total privacidad durante tres meses. La escalera la realizó sin clavos, ni pegamento alguno, solo ensamblando piezas de madera. Es una obra increíble de carpintería, con un punto de equilibro imposible según varios ingenieros y arquitectos. La madera usada no existe por la zona, y la dificultad técnica de la escalera resulta notable. La identidad de ese carpintero desconocido no pudo ser constatada pues en cuanto terminó se marchó sin recibir pago alguno por la obra. Según la leyenda fue el mismo San José quien apiadándose de las monjas les construyó la escalera. Un detalle: la escalera tiene 33 peldaños, la misma edad que Cristo tuvo en la tierra.
La segunda hecho portentoso ocurrió durante la construcción del Santuario de Luren, la misma que se iniciara el 1 de Julio de 1919 y se concluyó muchos años después, con pausas obligadas, allá entre los años de 1946 y 1955. La hechura de este hermoso templo asumida íntegramente por el pueblo de Ica, su gente y su feligresía. Los problemas técnicos no faltaron y uno de ellos fue la hechura de la cúpula. Por esas fechas nadie conocía las técnicas constructivas (recuérdese que el don Alberto Cierra Alta no era un arquitecto de profesión, sino un experimentado maestro de obras por vocación). Así pasaron muchos días y nadie se arriesgaba a subir hasta el lugar. Todo estaba paralizado, los devotos elevaban sus oraciones al Cristo de Luren pidiendo que se concluyera este domo, de pronto y de la nada una mañana un hombre de tez morena, alto y de ojos claros quien decía era de origen griego se presentó ante Don Alberto Cierra Alta y le pidió hacer la cúpula; su seguridad lo convenció y procedió a hacer el encargo. En tiempo record y con hechura magistral se concluyó la obra., Han pasado decenas de años, hemos experimentado todo tipo de temblores y terremotos, varias partes del templo se han dañado pero nunca le ocurrió nada a ésta cúpula. Incluso con el peor de los terremotos (2007 grado 7,9º) este domo no ha sido dañado, tampoco presenta rajaduras internas o externas, ni siquiera sus pequeños vitrales se han perdido. Como en el primer caso, el constructor nunca cobró un centavo por su trabajo y desapareció misteriosamente, jamás fue hallado. Algunos han arriesgado a decir que el personaje se llamaba Andrés Eslava, pero eso tampoco está comprobado. ¿Misterio Divino? Si Ud. opina que si lo es, lo felicitamos, pues está por la conservación de éste templo, en la gesta de miles de iqueños por salvar de la destrucción de este ícono de la ingeniería religiosa local.
NR: artículo publicado en el Diario “La Voz de Ica” fechado el 08.03.2010
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