martes, 27 de octubre de 2009

¿Es Anticlerical quien defiende sus Derechos? (II parte)


Este lunes alertaba que ha aparecido un grupete de intolerantes, que biblia en mano, pretenden ser más papistas que el Papa. Nadie con dos dedos de frente podrá decir y menos sostener con sólidos argumentos –y no con pura saliva- que el Santuario histórico de Luren deba ser demolido. Los intolerantes son los fanáticos de siempre, los que hacen el trabajo sucio, los que lanzan oprobios con ventilador y a la vez no dicen nada trascendente. Son los profesionales en desviar la atención de los temas principales, insultando, encasillando, poniendo sanbenitos, mostrando su desesperación ante la fuerza de la verdad.

Lo que está en discusión actualmente es la sobrevivencia o no del hermoso templo de nuestro Señor de Luren, afectado, pero no destruido por el terremoto del 2007. La inmensa mayoría de iqueños le han dicho al religioso que recién hace sus primeros pasos como Obispo en la ciudad de Ica que, en el tema de nuestro Santuario -el de usted, el mío, el de todos- se encuentra completamente equivocado. No puede imponer, es más no debe imponer, lo que no desea su feligresía. Cuando el novel Obispo, que llegó después del terremoto y que no se tomó siquiera el trabajo de averiguar nuestras costumbres, nuestras tradiciones, en suma conocer nuestra identidad cultural, se dejó timar con una oferta aparentemente irresistible que le hizo, la cúpula del poder de turno para la construcción de la fastuosa Basílica. Incluso nuestro prelado guarda el Acta de Compromiso, firmado y sacramentado, que los políticos le entregaron para dar autenticidad a su oferta y que, luego del sonoro rechazo popular, lo guarda como un mudo papel sin valor, prueba irrefutable de la demagogia de estos truculentos gobernantes. Pero su eminencia parece que no aprende de sus errores, pues insiste tozudamente en demoler el Santuario herido para imponer un edificio religioso ciclópeo, que tendría, dicen, un parecido al actual. Es decir, nos regalarán una caricatura de la casa original de nuestro querido y milagroso Cristo Crucificado de Luren.

He dicho y lo reitero, por ello firmo con nombre propio esta columna, no estoy en contra del Obispo, es más no tengo el gusto de conocerlo y viceversa. Quien dice la verdad no miente. No pertenezco a grupo, movimiento o partido que pretenda derrocarlo o algo parecido. No soy antirreligioso, tengo entrañables amigos en el clero y guardo mucho respeto por su trabajo. Hay que recordar que, quienes defienden sus derechos, como persona o como colectividad, no les puede herir los calificativos gratuitos y groseros otorgados por el fanatismo obsecuente y simplón.

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