Un buen amigo, que ha seguido de cerca los acontecimientos sobre el Santuario de Luren, me contó que tenía un sueño recurrente, que se repetía una y otra vez, y que buscaba una explicación lógica para entender por qué sucedía esta reiteración en su mundo onírico, contándomelo de ésta manera:
“Soñé que recién había ocurrido el terremoto, que todos estábamos asustados y dolidos; que todos los iqueños éramos solidarios con los que más necesitaban, que el Obispo recién había llegado de su tierra y provinciano como nosotros, condolido por nuestra desgracia colectiva, se quitó el uniforme y el fajín de autoridad eclesiástica y se puso de civil, (igual que cualquier ciudadano) encabezó las tareas de reconstrucción de nuestras viviendas afectadas, pero sobre todo tomó la batuta para salvar el Santuario de nuestro Señor de Luren. En mi sueño he visto clarito –me decía- que lo primero que hizo fue hacer una encuesta entre la feligresía, reuniéndola, preguntándoles que deberíamos hacer todos con el templo afectado. Hizo suya la decisión que la inmensa mayoría propuso, “rescatar de la destrucción al Santuario” y se puso manos a la obra. En el camino se enteró de nuestras costumbres y de nuestras tradiciones como pueblo, y las respetó. El Obispo de mis sueños había convocado no a una sino a dos Teletones y todos habían colaborado con entusiasmo, el éxito le sonreía, la feligresía lo apoyaba, se había ganado su cariño. Cuando hacía falta sensibilizar a la gente, salíamos en marchas por las calles, cantando, alabando, con los corazones alegres y las manos encallecidas”.
“Soñé que ya habían pasado dos años del Terremoto y los trabajos de Restauración con Reforzamiento del Santuario estaban en su etapa final, la meta era concluir todo para Octubre del 2009. Vi en mi sueño que mi Santuario estaba muy hermoso, erguido, fuerte, apuntando su torre, reluciente hacía el infinito. Vi que era 19 de Octubre y que miles de gentes abarrotaron la plazuela de Luren, era ya las siete de la noche y el Cristo Milagroso iba a salir en su acostumbrada procesión, ahora sí desde su verdadera casa de Oración. Muchos llorábamos de alegría. La música, los cánticos religiosos, las sahumadoras, los hábitos morados y los cirios encendidos le daban el marco de siempre, habíamos logrado hacer la tarea con felicidad. Había triunfado el sentido común, había triunfado la unidad, la concordia. Todos estábamos reconciliados y en paz”
Mi joven amigo, a manera de colofón, concluyó su relato diciéndome: “verdad que sería lindo tener un final feliz, como en las películas célebres y no como en las tragedias. Acaso es imposible desandar lo que se ha hecho mal y volver a empezar, para tener ese final feliz, el de mi sueño”. Ud. que opina amable lector, ¿Los sueños se pueden convertir en realidad?, ¿Podemos unirnos todos si lo emprendemos, de corazón, con transparencia, con humildad, intentar Salvar al histórico Santuario de todos los iqueños? Ud. tiene la respuesta.
“Soñé que recién había ocurrido el terremoto, que todos estábamos asustados y dolidos; que todos los iqueños éramos solidarios con los que más necesitaban, que el Obispo recién había llegado de su tierra y provinciano como nosotros, condolido por nuestra desgracia colectiva, se quitó el uniforme y el fajín de autoridad eclesiástica y se puso de civil, (igual que cualquier ciudadano) encabezó las tareas de reconstrucción de nuestras viviendas afectadas, pero sobre todo tomó la batuta para salvar el Santuario de nuestro Señor de Luren. En mi sueño he visto clarito –me decía- que lo primero que hizo fue hacer una encuesta entre la feligresía, reuniéndola, preguntándoles que deberíamos hacer todos con el templo afectado. Hizo suya la decisión que la inmensa mayoría propuso, “rescatar de la destrucción al Santuario” y se puso manos a la obra. En el camino se enteró de nuestras costumbres y de nuestras tradiciones como pueblo, y las respetó. El Obispo de mis sueños había convocado no a una sino a dos Teletones y todos habían colaborado con entusiasmo, el éxito le sonreía, la feligresía lo apoyaba, se había ganado su cariño. Cuando hacía falta sensibilizar a la gente, salíamos en marchas por las calles, cantando, alabando, con los corazones alegres y las manos encallecidas”.
“Soñé que ya habían pasado dos años del Terremoto y los trabajos de Restauración con Reforzamiento del Santuario estaban en su etapa final, la meta era concluir todo para Octubre del 2009. Vi en mi sueño que mi Santuario estaba muy hermoso, erguido, fuerte, apuntando su torre, reluciente hacía el infinito. Vi que era 19 de Octubre y que miles de gentes abarrotaron la plazuela de Luren, era ya las siete de la noche y el Cristo Milagroso iba a salir en su acostumbrada procesión, ahora sí desde su verdadera casa de Oración. Muchos llorábamos de alegría. La música, los cánticos religiosos, las sahumadoras, los hábitos morados y los cirios encendidos le daban el marco de siempre, habíamos logrado hacer la tarea con felicidad. Había triunfado el sentido común, había triunfado la unidad, la concordia. Todos estábamos reconciliados y en paz”
Mi joven amigo, a manera de colofón, concluyó su relato diciéndome: “verdad que sería lindo tener un final feliz, como en las películas célebres y no como en las tragedias. Acaso es imposible desandar lo que se ha hecho mal y volver a empezar, para tener ese final feliz, el de mi sueño”. Ud. que opina amable lector, ¿Los sueños se pueden convertir en realidad?, ¿Podemos unirnos todos si lo emprendemos, de corazón, con transparencia, con humildad, intentar Salvar al histórico Santuario de todos los iqueños? Ud. tiene la respuesta.
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