Los iqueños sabemos que el Santuario de Luren es mucho más importante y trascedente que la Catedral, aunque ésta última tiene guardado para sí más antigüedad e historia. El terremoto del 2007 casi ha traído abajo a la Catedral, pero se mantiene intocable por que conserva su condición de Monumento integrante del Patrimonio Cultural de la Nación. Al Santuario de Luren le quitaron, le arrebataron su titularidad, la dejaron vulnerable para que pueda ser demolida en cualquier momento.
Es sabido por todos que la decisión que primó para que la Jefa del INC firmara, en Diciembre del 2007, la Resolución Directoral Nacional Nº 1747, que retira la condición de Monumento Cultural al Santuario de Luren, fue una orden política provenientes de altas esferas gubernamentales, con la intención de construir una Basílica u otra portentosa edificación religiosa, proyecto que encandiló a nuestro Obispo, pero que en realidad lo que buscaban los trajinados políticos de siempre fue el logro calculado de réditos políticos –léase votos- en las elecciones locales, regionales, congresales o presidenciales, que se avecinan. Para tal propósito buscan aliados ocasionales o inexpertas autoridades que sean parachoques a los reclamos y las protestas, como viene ocurriendo, sin importar quemar en el trayecto la imagen de noveles personalidades. Cuando se mezclan política y religión, los resultados no son buenos. Jamás lo fueron.
En este juego azaroso de posibilidades siempre traerán perdedores. El Obispo se quedó sin Basílica, los políticos esperan una amnesia de los votantes iqueños por su metida de pata y nuestro pueblo no puede acceder a la Restauración deseada. Mientras tanto, nuestro Cristo Milagroso, espera el desenlace de esta trama, producto de las vanas y siempre veleidosas aspiraciones terrenales.
Es sabido por todos que la decisión que primó para que la Jefa del INC firmara, en Diciembre del 2007, la Resolución Directoral Nacional Nº 1747, que retira la condición de Monumento Cultural al Santuario de Luren, fue una orden política provenientes de altas esferas gubernamentales, con la intención de construir una Basílica u otra portentosa edificación religiosa, proyecto que encandiló a nuestro Obispo, pero que en realidad lo que buscaban los trajinados políticos de siempre fue el logro calculado de réditos políticos –léase votos- en las elecciones locales, regionales, congresales o presidenciales, que se avecinan. Para tal propósito buscan aliados ocasionales o inexpertas autoridades que sean parachoques a los reclamos y las protestas, como viene ocurriendo, sin importar quemar en el trayecto la imagen de noveles personalidades. Cuando se mezclan política y religión, los resultados no son buenos. Jamás lo fueron.
En este juego azaroso de posibilidades siempre traerán perdedores. El Obispo se quedó sin Basílica, los políticos esperan una amnesia de los votantes iqueños por su metida de pata y nuestro pueblo no puede acceder a la Restauración deseada. Mientras tanto, nuestro Cristo Milagroso, espera el desenlace de esta trama, producto de las vanas y siempre veleidosas aspiraciones terrenales.
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