Los seres humanos siempre recordamos con emotividad las fechas importantes de nuestras vidas. Cuando son trascedentes en nuestra condición de comunidad o pueblo estas fechas las celebramos jubilosos. Recordar es agradecer por lo que se nos dió, celebrar es el augurio por la sobrevivencia a través del tiempo.
Una de las fechas del calendario religioso local que viene pasando totalmente desapercibido es el momento mismo de la aparición de la imagen del Cristo crucificado de Luren en los valles de Ica. En las reseñas históricas aparece escondida ésta fecha. Fue un 25 de febrero del año de 1570 en que la imponente y primigenia imagen del Cristo Doliente llegó desde Europa a la antigua Ica, tierra subyugada por los conquistadores españoles que impusieron no solo sus costumbres e idiomas a los indígenas peruanos, sino también su religión. Dentro de pocas semanas se cumplirán los primeros 440 años desde que el Santo Patrono se hizo iqueño. Los archivos de los religiosos franciscanos, encargados por ésas épocas de la administración de los principales conventos iqueños, conservan en sus legajos biográficos ésta fecha y sus pormenores.
Pero somos ingratos al no darle importancia a esta fecha clave. Los religiosos actuales no hacen ni una misa para recordar este origen. No se difunde el génesis ni se explica cómo y por que apareció la sagrada imagen entre arenales y coposos huarangales, en un lugar del desaparecido Rodamonte, antiguo pago asignado a la plebe conquistada, alejada de la naciente ciudad española, llamado Lurin Ika, que al final quedó simplemente como “Luren”. Esta imponente imagen religiosa y su templo han sido una unidad desde entonces. Muchas cosas han cambiado: gentes, lugares, costumbres; incluso la antigua Villa de Valverde del Valle de Ica se reacomodó alrededor de su Santo Patrono y su Templo, en señal clara de adoración. El Cristo de Luren estará de cumpleaños, lleva 440 años entre nosotros, entre peripecias y animosidades de los administradores de su Santuario.
Una de las fechas del calendario religioso local que viene pasando totalmente desapercibido es el momento mismo de la aparición de la imagen del Cristo crucificado de Luren en los valles de Ica. En las reseñas históricas aparece escondida ésta fecha. Fue un 25 de febrero del año de 1570 en que la imponente y primigenia imagen del Cristo Doliente llegó desde Europa a la antigua Ica, tierra subyugada por los conquistadores españoles que impusieron no solo sus costumbres e idiomas a los indígenas peruanos, sino también su religión. Dentro de pocas semanas se cumplirán los primeros 440 años desde que el Santo Patrono se hizo iqueño. Los archivos de los religiosos franciscanos, encargados por ésas épocas de la administración de los principales conventos iqueños, conservan en sus legajos biográficos ésta fecha y sus pormenores.
Pero somos ingratos al no darle importancia a esta fecha clave. Los religiosos actuales no hacen ni una misa para recordar este origen. No se difunde el génesis ni se explica cómo y por que apareció la sagrada imagen entre arenales y coposos huarangales, en un lugar del desaparecido Rodamonte, antiguo pago asignado a la plebe conquistada, alejada de la naciente ciudad española, llamado Lurin Ika, que al final quedó simplemente como “Luren”. Esta imponente imagen religiosa y su templo han sido una unidad desde entonces. Muchas cosas han cambiado: gentes, lugares, costumbres; incluso la antigua Villa de Valverde del Valle de Ica se reacomodó alrededor de su Santo Patrono y su Templo, en señal clara de adoración. El Cristo de Luren estará de cumpleaños, lleva 440 años entre nosotros, entre peripecias y animosidades de los administradores de su Santuario.
NR: Este artículo se publicó en el diario “La Voz de Ica” el 10-02-2010