El promedio de los ciudadanos en nuestro país, y en otros, acostumbran a efectuar un balance de las actividades más importantes al concluir el año. Igual procedimiento debería efectuarse para la vida de un pueblo como el nuestro, lleno de actividades trascedentes a la que, como ciudadanos, debemos de ayudar en la evaluación, por ser parte activa de esta comunidad.
Como el espacio no nos permite explayarnos en una valoración extensa, por ejemplo de lo acontecido respecto al futuro inmediato del Santuario de Luren que corre el peligro de su inminente desaparición, ensayo una evaluación sobre el desempeño de la autoridad religiosa responsable, respecto a sus decisiones administrativas, señalando los yerros cometidos que han afectado seriamente a la feligresía, y también sus aciertos, enumerando a grosso modo los puntos más saltantes, con cargo que cada uno de los lectores amplíen en sus propias argumentaciones y conclusiones; éstas son:
1. Escobita nueva no siempre barre bien: La gran mayoría de iqueños y en especial los católicos pensábamos que luego del sinfín de desgracias que nos trajo el terremoto del 2007 y angustiados para que tomaran las medidas más urgentes para salvar al Santuario de nuestro milagroso Señor de Luren (como si fuera nuestra propia casa la afectada) pensábamos que con la llegada del nuevo Obispo, provinciano como nosotros, lo menos que haría era salvar al principal edificio religioso más querido por los iqueños, ya que otros más afectados fueron demolidos uno a uno (y reemplazados por otros diferentes). La esperanza era que el Santuario de Luren a diferencia de los otros templos y capillas afectadas, su estructura es de cemento y ladrillos y por tanto pasible de restaurar y reforzar con elementos contemporáneos. Esto no se dió y el problema perdura con indolencia por más de 2 años sin solución satisfactoria. No se puso ni siquiera una vara para apuntalar las estructuras heridas. El Obispo lo pudo hacer, tiene el poder, pero no quiso hacerlo. Muchos hemos dicho que es por falta de identificación, de cariño por nuestras costumbres y tradiciones. Durante el 2008 el Vicariato recibió una serie de opiniones y propuestas de Instituciones y personalidades ofreciendo su ayuda en el tema de la restauración, pero a ninguna prestó oídos, a todas las mandó archivar. Esa fue la dolorosa decepción que ha marcado su todavía corta gestión. Y a pesar de esta manifiesta indiferencia el pueblo todavía abrigaba la esperanza de contar con el apoyo solidario de su Obispo.
Como el espacio no nos permite explayarnos en una valoración extensa, por ejemplo de lo acontecido respecto al futuro inmediato del Santuario de Luren que corre el peligro de su inminente desaparición, ensayo una evaluación sobre el desempeño de la autoridad religiosa responsable, respecto a sus decisiones administrativas, señalando los yerros cometidos que han afectado seriamente a la feligresía, y también sus aciertos, enumerando a grosso modo los puntos más saltantes, con cargo que cada uno de los lectores amplíen en sus propias argumentaciones y conclusiones; éstas son:
1. Escobita nueva no siempre barre bien: La gran mayoría de iqueños y en especial los católicos pensábamos que luego del sinfín de desgracias que nos trajo el terremoto del 2007 y angustiados para que tomaran las medidas más urgentes para salvar al Santuario de nuestro milagroso Señor de Luren (como si fuera nuestra propia casa la afectada) pensábamos que con la llegada del nuevo Obispo, provinciano como nosotros, lo menos que haría era salvar al principal edificio religioso más querido por los iqueños, ya que otros más afectados fueron demolidos uno a uno (y reemplazados por otros diferentes). La esperanza era que el Santuario de Luren a diferencia de los otros templos y capillas afectadas, su estructura es de cemento y ladrillos y por tanto pasible de restaurar y reforzar con elementos contemporáneos. Esto no se dió y el problema perdura con indolencia por más de 2 años sin solución satisfactoria. No se puso ni siquiera una vara para apuntalar las estructuras heridas. El Obispo lo pudo hacer, tiene el poder, pero no quiso hacerlo. Muchos hemos dicho que es por falta de identificación, de cariño por nuestras costumbres y tradiciones. Durante el 2008 el Vicariato recibió una serie de opiniones y propuestas de Instituciones y personalidades ofreciendo su ayuda en el tema de la restauración, pero a ninguna prestó oídos, a todas las mandó archivar. Esa fue la dolorosa decepción que ha marcado su todavía corta gestión. Y a pesar de esta manifiesta indiferencia el pueblo todavía abrigaba la esperanza de contar con el apoyo solidario de su Obispo.
2. Asociaciones que restan: Nuestro prelado, por el contrario, se entusiasmó con otro proyecto de mayor envergadura y millonario gasto que le propusieron los cazurros políticos en el poder. La fastuosa y elefantiásica Basílica sería el edificio que reemplazaría al histórico Santuario hecho con esfuerzo y dinero de todos los iqueños. Todos los requisitos previos se cumplieron: desmonumentalización del Santuario por parte del INC, el concurso de proyectos en la U. Católica, presentación pública de la maqueta ganadora -con la forzada salida de la venerada imagen para formalizar el acto- (dizque el pretexto era entregarle una medalla al Cristo Crucificado, como si nuestro Patrono necesitara condecoraciones). Allí observamos impávidos la teatralidad del entonces Presidente del Congreso “vendiéndonos” la idea que con la Basílica todo sería mejor. Por supuesto ese día y los siguientes la feligresía protestó y rechazó el millonario proyecto. La presión fue tanta que el Obispo tuvo que desandar lo hecho y desechar su ansiada Basílica. Este fue el primer triunfo de la opinión pública sobre el cuestionado accionar de la autoridad eclesiástica; aunque él nunca ha reconocido su equivocación. Siempre hemos dicho que juntar política y religión los resultados nunca son buenos.
NR: Este artículo se publicó en el diario “La Voz de Ica” el 11-01-2010
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