Si eres parte activa y fundamental de alguna obra de trascendencia e historia para tu pueblo, entonces tendrás una importante opinión que dar para decidir el futuro de la misma. Eso es lo que pretende despojar el Obispo de Ica a todos los católicos: dejarnos sin voz ni voto para decidir el futuro inmediato del Santuario de Luren, patrimonio histórico de ésta ciudad tradicionalista, que estima y respeta su identidad cultural. Nos pretenden silenciar, apocar, imponiendo una pésima decisión administrativa sobre éste ícono de la religiosidad local.
No somos tontos de solemnidad. Sabemos cuáles son nuestros derechos y los haremos respetar. Nadie podrá tragarse aquella contrahecha propuesta que impositivamente nos quiere indilgar el Obispo diocesano de nuestra Región. Pretender juntar en un alucinante híbrido modelo ingenieril de: demoler-reconstruir-ampliar-restaurar al herido templo de nuestro Señor de Luren es impracticable. La propuesta en sí es una flagrante contradicción digna de guión de cine ficción. Propuesta irreal y jalada de los cabellos que no se le pudo imaginar ni siquiera a Mary Shelley, cuando creó su fantástico “Frankenstein”. Pero solo en la alucinante y recontra imaginativas mentes de los asesores vicariales se les ha podido prender esta descocada idea: hacer práctico lo impráctico. Tumbar más de dos tercios del Santuario afectado, volverlo hacer nuevamente, agregarle ampliaciones estructurales y proceder a la misma vez a restaurar el tercio restante del edificio religioso. Pero, dicen los voceros del Obispado (ojo, no el Obispo en persona) que se respetará el “diseño original” del Templo proyectado por Don Alberto Cierra Alta. Lo quieren deformar y hablan circunspectos de respetar su diseño, que ironía.
Pareciera un trabalenguas de Cantinflas, el enrevesado cómico mexicano que, a la vez decía mucho y no se le entendía nada. Esta propuesta no reviste un análisis serio, por ningún lado que se le analice. Por ejemplo, preguntaremos que nos puede decir COSAPI cuando haga la evaluación del estado estructural del Santuario si de restauraciones no conocen nada. Una empresa de construcciones solo sabe de construir y demoler (seguramente doctos en proyectos y edificaciones, pero de restauraciones patrimoniales: cero a la izquierda). Que nos puede decir COSAPI al pueblo de Ica sobre el valor de las edificaciones patrimoniales e históricas, estimada por generaciones de iqueños, cuando eso no es su negocio. Zapatero a tus zapatos. Y sin ser pitonisos ni adivinos -si este proyecto del Obispo sigue adelante, lo cual dudamos- cuando COSAPI evalúe el 35% del edificio que el prelado local ha destinado para hacer restauraciones (que en un lapsus de magnanimidad ha obsequiado a la feligresía que lo cuestiona) dirán: “señores todo está para demoler” y san se acabó. El histórico templo habrá desaparecido para siempre. La propuesta que nos hace Monseñor Vera no es el “sebo de culebra” que todo lo sana, que todo lo cura. Eso no es una solución, es una broma, una pésima broma. El pueblo creyente dirá su voz, fuerte y bronca, cuando llegue el momento.
No somos tontos de solemnidad. Sabemos cuáles son nuestros derechos y los haremos respetar. Nadie podrá tragarse aquella contrahecha propuesta que impositivamente nos quiere indilgar el Obispo diocesano de nuestra Región. Pretender juntar en un alucinante híbrido modelo ingenieril de: demoler-reconstruir-ampliar-restaurar al herido templo de nuestro Señor de Luren es impracticable. La propuesta en sí es una flagrante contradicción digna de guión de cine ficción. Propuesta irreal y jalada de los cabellos que no se le pudo imaginar ni siquiera a Mary Shelley, cuando creó su fantástico “Frankenstein”. Pero solo en la alucinante y recontra imaginativas mentes de los asesores vicariales se les ha podido prender esta descocada idea: hacer práctico lo impráctico. Tumbar más de dos tercios del Santuario afectado, volverlo hacer nuevamente, agregarle ampliaciones estructurales y proceder a la misma vez a restaurar el tercio restante del edificio religioso. Pero, dicen los voceros del Obispado (ojo, no el Obispo en persona) que se respetará el “diseño original” del Templo proyectado por Don Alberto Cierra Alta. Lo quieren deformar y hablan circunspectos de respetar su diseño, que ironía.
Pareciera un trabalenguas de Cantinflas, el enrevesado cómico mexicano que, a la vez decía mucho y no se le entendía nada. Esta propuesta no reviste un análisis serio, por ningún lado que se le analice. Por ejemplo, preguntaremos que nos puede decir COSAPI cuando haga la evaluación del estado estructural del Santuario si de restauraciones no conocen nada. Una empresa de construcciones solo sabe de construir y demoler (seguramente doctos en proyectos y edificaciones, pero de restauraciones patrimoniales: cero a la izquierda). Que nos puede decir COSAPI al pueblo de Ica sobre el valor de las edificaciones patrimoniales e históricas, estimada por generaciones de iqueños, cuando eso no es su negocio. Zapatero a tus zapatos. Y sin ser pitonisos ni adivinos -si este proyecto del Obispo sigue adelante, lo cual dudamos- cuando COSAPI evalúe el 35% del edificio que el prelado local ha destinado para hacer restauraciones (que en un lapsus de magnanimidad ha obsequiado a la feligresía que lo cuestiona) dirán: “señores todo está para demoler” y san se acabó. El histórico templo habrá desaparecido para siempre. La propuesta que nos hace Monseñor Vera no es el “sebo de culebra” que todo lo sana, que todo lo cura. Eso no es una solución, es una broma, una pésima broma. El pueblo creyente dirá su voz, fuerte y bronca, cuando llegue el momento.
NR: Este artículo se publicó en el diario “La Voz de Ica” el 16-12-2009
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