Ha quedado demostrado hasta la saciedad que fue el pueblo católico de Ica el artífice principal para la construcción del Santuario de nuestro Señor de Luren. Pero echando a tacho del olvido la historia y los esfuerzos de aquella feligresía comprometida con su fe, el novel Obispo de Ica ha tomado la decisión que más le ajusta a su visión modernista sobre nuestra principal edificación religiosa herida por el terremoto: demolerla y edificar otra. Pero para evitarse mayores fricciones con la ciudad y el pueblo que lo acoge, ha mandado decir que “conservará” las características principales del templo original (?), agregándole algunas modificaciones (¡!) pero a la vez dejará una mínima parte para hacer restauraciones. Increíble.
Si hacemos un esfuerzo por entender este arroz con mango podemos afirmar que se trata de una mescolanza, un menjunje. Es decir, juntar un poco de todas las partes en conflicto, pero a la vez agregarle un toque personal. En el lenguaje popular, no en el religioso, ésta propuesta significaría: “quedar bien con dios y con el diablo”. Tal vez para los sesudos consejeros vicariales sea una propuesta “creativa y concertadora” pero en realidad solo es una triste demostración que desde hace mucho tiempo las ideas se agotaron por esos lados y será el pueblo católico quien cargue con los costos del “experimento”. Desde Octubre del 2008 el Comité Iqueños por la Restauración del Santuario de Luren puso su voz de alerta sobre el futuro incierto de éste ícono y desde mediados de éste año quien escribe esta columna de opinión, modestamente, ha venido manifestando que las autoridades religiosas no estaban hablando con sinceridad, transparencia y oportunidad con su feligresía. Hoy los hechos lo demuestran. Han optado por la menos sabia de las soluciones: levantar una propuesta tipo “frankestein” que junte partes distintas y hasta antagónicas y darle un soplo de vida para que funcione. Pero lo que sí es seguro que esta experimental propuesta es la partida de defunción para nuestro principal patrimonio religioso edificado, para la histórica casa del Cristo Moreno de Ica, aquella que fue hecha con amor y mucho esfuerzo por los católicos iqueños. Triste final de una historia que pudo terminar en reconciliaciones, alegrías y abrazos fraternos, pero se prefirió la imposición de una mal entendida autoridad.
Y el pueblo creyente, el que se fajó por restaurar a su Cristo quemado, el que se dió alma, corazón y vida durante tantos años para hacer un Templo digno a su Santo Patrono resultó ninguneado, postergado, tratado como a infante sin facultad para opinar –y menos para decidir- en asuntos “de mayores”. Los feligreses, al parecer, solo tenemos derecho a ir a misas, dar nuestras limosnas y aportar en las teletones. Nada más. No podemos quejarnos, reclamar, decir que se está haciendo mal las cosas. No nos asiste ningún derecho, no hay posibilidad de enmendar los yerros de quienes conducen el rebaño. El pueblo sabio sabrá dar respuesta oportuna y precisa a éstos dislates.
Si hacemos un esfuerzo por entender este arroz con mango podemos afirmar que se trata de una mescolanza, un menjunje. Es decir, juntar un poco de todas las partes en conflicto, pero a la vez agregarle un toque personal. En el lenguaje popular, no en el religioso, ésta propuesta significaría: “quedar bien con dios y con el diablo”. Tal vez para los sesudos consejeros vicariales sea una propuesta “creativa y concertadora” pero en realidad solo es una triste demostración que desde hace mucho tiempo las ideas se agotaron por esos lados y será el pueblo católico quien cargue con los costos del “experimento”. Desde Octubre del 2008 el Comité Iqueños por la Restauración del Santuario de Luren puso su voz de alerta sobre el futuro incierto de éste ícono y desde mediados de éste año quien escribe esta columna de opinión, modestamente, ha venido manifestando que las autoridades religiosas no estaban hablando con sinceridad, transparencia y oportunidad con su feligresía. Hoy los hechos lo demuestran. Han optado por la menos sabia de las soluciones: levantar una propuesta tipo “frankestein” que junte partes distintas y hasta antagónicas y darle un soplo de vida para que funcione. Pero lo que sí es seguro que esta experimental propuesta es la partida de defunción para nuestro principal patrimonio religioso edificado, para la histórica casa del Cristo Moreno de Ica, aquella que fue hecha con amor y mucho esfuerzo por los católicos iqueños. Triste final de una historia que pudo terminar en reconciliaciones, alegrías y abrazos fraternos, pero se prefirió la imposición de una mal entendida autoridad.
Y el pueblo creyente, el que se fajó por restaurar a su Cristo quemado, el que se dió alma, corazón y vida durante tantos años para hacer un Templo digno a su Santo Patrono resultó ninguneado, postergado, tratado como a infante sin facultad para opinar –y menos para decidir- en asuntos “de mayores”. Los feligreses, al parecer, solo tenemos derecho a ir a misas, dar nuestras limosnas y aportar en las teletones. Nada más. No podemos quejarnos, reclamar, decir que se está haciendo mal las cosas. No nos asiste ningún derecho, no hay posibilidad de enmendar los yerros de quienes conducen el rebaño. El pueblo sabio sabrá dar respuesta oportuna y precisa a éstos dislates.
NR: Este artículo se publicó en el diario “La Voz de Ica” el 14-12-2009
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