Algunos residentes de Ica -felizmente pocos- consideran al Santuario del Cristo Crucificado de Luren como una reliquia sin valor, comentarios que efectúan despectivamente pero en voz baja (como temiendo que los escuche sus propias conciencias) y dicen en acto irreflexivo que este edificio religioso afectado por el terremoto de hace dos años, es nada más que un montón de ladrillos y cemento inservibles, sin historia, trascendencia ni espiritualidad. Palabras huecas, necias de intención. Pero hablan sin sentido, sin conocer los detalles, los prolegómenos, los hechos y milagros que ocurrieron durante los largos años que duró su construcción.
La hechura de éste hermoso templo iqueño se inició el 1 de Julio de 1919 y se concluyó muchos años después allá entre los años de 1946 y 1955. El costo total lo asumió con valentía y entereza el pueblo de Ica, su gente y su feligresía. Los primeros años fue un frenesí social inédito, todos aportaban para tener los materiales de construcción; los planos y la dirección arquitectónica de la obra lo asumió el patricio iqueño: Don Alberto Cierra Alta y la mano de obra la pusieron los cientos de obreros que por turnos se alternaban en elevar cada vez más estas sólidas estructuras. El motivador efervescente fue el RP. Antonio Meléndez Méndez que incluso dejara hasta su propia vida por hacer este Santuario, allá por 1923. Los anales de la historia de este ícono religioso señalan que, cuando se estaba en la fase de construir la alta cúpula que remata en un domo, nadie sabía ni podía hacer este trabajo; un día de la nada, apareció un hombre de origen gallego llamado Andrés Eslaba que hizo con destreza esta riesgosa tarea, incluso durante todos los meses que duró la faena no quiso cobrar pago alguno y como vino se fue, de total incógnito. El otro caso ocurrió con el obrero José Tataje quien se encargaba de dar el enlucido interior y final a ésta misma cúpula, por un descuido sufrió una aparatosa caída que se suponía mortal, desde una altura superior a los 20 metros pero inexplicablemente solo presentó fracturas menores. Los hechos milagrosos y singulares se multiplicaron dentro de este recinto con la magnánima presencia de la imponente imagen del Cristo de Luren, El Santo Patrono de todos los iqueños.
Cada ladrillo de este Santuario tiene una historia de vida que contar, dar el testimonio silente que han presenciado hechos milagrosos, prodigios inexplicables que las personas favorecidas han guardado en el anonimato personal, estas paredes han reservado los secretos más íntimos entre el sufrido peticionante y el Cristo Moreno de Ica o bajo estos mismos techos abovedados hallaron piadoso consuelo a sus humanas desventuras. Esta ermita primero, luego el templo y después el Santuario ha sido parte de nuestra historia como pueblo, por ello existe el compromiso, la convocatoria abierta para evitar su total destrucción.
La hechura de éste hermoso templo iqueño se inició el 1 de Julio de 1919 y se concluyó muchos años después allá entre los años de 1946 y 1955. El costo total lo asumió con valentía y entereza el pueblo de Ica, su gente y su feligresía. Los primeros años fue un frenesí social inédito, todos aportaban para tener los materiales de construcción; los planos y la dirección arquitectónica de la obra lo asumió el patricio iqueño: Don Alberto Cierra Alta y la mano de obra la pusieron los cientos de obreros que por turnos se alternaban en elevar cada vez más estas sólidas estructuras. El motivador efervescente fue el RP. Antonio Meléndez Méndez que incluso dejara hasta su propia vida por hacer este Santuario, allá por 1923. Los anales de la historia de este ícono religioso señalan que, cuando se estaba en la fase de construir la alta cúpula que remata en un domo, nadie sabía ni podía hacer este trabajo; un día de la nada, apareció un hombre de origen gallego llamado Andrés Eslaba que hizo con destreza esta riesgosa tarea, incluso durante todos los meses que duró la faena no quiso cobrar pago alguno y como vino se fue, de total incógnito. El otro caso ocurrió con el obrero José Tataje quien se encargaba de dar el enlucido interior y final a ésta misma cúpula, por un descuido sufrió una aparatosa caída que se suponía mortal, desde una altura superior a los 20 metros pero inexplicablemente solo presentó fracturas menores. Los hechos milagrosos y singulares se multiplicaron dentro de este recinto con la magnánima presencia de la imponente imagen del Cristo de Luren, El Santo Patrono de todos los iqueños.
Cada ladrillo de este Santuario tiene una historia de vida que contar, dar el testimonio silente que han presenciado hechos milagrosos, prodigios inexplicables que las personas favorecidas han guardado en el anonimato personal, estas paredes han reservado los secretos más íntimos entre el sufrido peticionante y el Cristo Moreno de Ica o bajo estos mismos techos abovedados hallaron piadoso consuelo a sus humanas desventuras. Esta ermita primero, luego el templo y después el Santuario ha sido parte de nuestra historia como pueblo, por ello existe el compromiso, la convocatoria abierta para evitar su total destrucción.
NR: Este artículo se publicó en el diario “La Voz de Ica” el 04-12-2009
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