Siempre he criticado la escasa imaginación del Obispo norteño -o de su equipo de asesores- para la presentación de las diversas propuestas para hacer desaparecer o adulterar groseramente la integridad monumental del Santuario de Luren como ícono de la religiosidad local. Hemos sostenido (quien escribe y muchos otros feligreses) que lo que se pretende realizar será un mayúsculo error histórico: el fin de un hito de nuestra historia contemporánea, como ciudad y como pueblo creyente. Y para el colmo nos quieren hacer tragar una rueda de molino: decir que el nuevo proyecto del diocesano será para restañar nuestras profundas heridas luego del terremoto, sintetizando su despropósito respecto al Santuario en una insólita frase: “..Haremos otro igualito, pero más ancho”. Ejecutar este proyecto, como lo han pensado, solamente contribuirá a profundizará las diferencias.
Como lo van a hacer “igualito” si lo van a deformar; como lo van a replicar si le agregarán adulteraciones ajenas a su diseño primigenio. Hasta un estudiante de primaria encontrará que el sinónimo de la palabra igual significa: “idéntico, exacto, par, mismo, gemelo, homólogo, análogo” y lo que nos entregarían sería todo lo contrario, un edificio modificado, diferente, deforme, disímil, con dimensiones distintas al primero y hasta contrahecho. Tal vez se piense que los iqueños somos tontos de solemnidad y aceptaremos con obediencia carneril lo que se le ocurra a nuestra primera autoridad eclesiástica en un tema en el que la historia nos acredita todo el derecho para opinar y faculta para que nuestra palabra sea tomada en cuenta. (Y ojo que aquí no está en cuestión asuntos de dogma y fe, de los cuales no tenemos por qué opinar, sino sobre las erradas y reiteradas decisiones administrativas del Obispo local).
Por ello pedimos más seriedad en lo que se dice y en lo que se hace. Los acontecimientos ocurridos con la venida del Obispo chiclayano a nuestra tierras inmediatamente después del terremoto del 2007 lo pintan de cuerpo entero (pretensión reiterada por demoler el Santuario, su frustrada Basílica, la alianza con políticos en el poder, proscripción y falta de diálogo con el Comité, no acata lo dispuesto por la CEP, la cruz asimétrica, y un largo etcétera). No nos equivocamos los iqueños cuando decimos que al prelado le falta “cancha” para el desempeño de su cargo en este específico tema, en el que por sus yerros se ha auto infligido considerables heridas y, lejos de buscar las soluciones, ha preferido obstinadamente remar contra la corriente y enfrentarse al grueso de la feligresía que silenciosa pero firmemente critica sus desatinos y deslinda con su porfía por intentar desaparecer al Santuario de todos los iqueños. “..Hacer otro igualito, pero más ancho” no es la solución, es optar por lo incorrecto.
Como lo van a hacer “igualito” si lo van a deformar; como lo van a replicar si le agregarán adulteraciones ajenas a su diseño primigenio. Hasta un estudiante de primaria encontrará que el sinónimo de la palabra igual significa: “idéntico, exacto, par, mismo, gemelo, homólogo, análogo” y lo que nos entregarían sería todo lo contrario, un edificio modificado, diferente, deforme, disímil, con dimensiones distintas al primero y hasta contrahecho. Tal vez se piense que los iqueños somos tontos de solemnidad y aceptaremos con obediencia carneril lo que se le ocurra a nuestra primera autoridad eclesiástica en un tema en el que la historia nos acredita todo el derecho para opinar y faculta para que nuestra palabra sea tomada en cuenta. (Y ojo que aquí no está en cuestión asuntos de dogma y fe, de los cuales no tenemos por qué opinar, sino sobre las erradas y reiteradas decisiones administrativas del Obispo local).
Por ello pedimos más seriedad en lo que se dice y en lo que se hace. Los acontecimientos ocurridos con la venida del Obispo chiclayano a nuestra tierras inmediatamente después del terremoto del 2007 lo pintan de cuerpo entero (pretensión reiterada por demoler el Santuario, su frustrada Basílica, la alianza con políticos en el poder, proscripción y falta de diálogo con el Comité, no acata lo dispuesto por la CEP, la cruz asimétrica, y un largo etcétera). No nos equivocamos los iqueños cuando decimos que al prelado le falta “cancha” para el desempeño de su cargo en este específico tema, en el que por sus yerros se ha auto infligido considerables heridas y, lejos de buscar las soluciones, ha preferido obstinadamente remar contra la corriente y enfrentarse al grueso de la feligresía que silenciosa pero firmemente critica sus desatinos y deslinda con su porfía por intentar desaparecer al Santuario de todos los iqueños. “..Hacer otro igualito, pero más ancho” no es la solución, es optar por lo incorrecto.
NR: Este artículo se publicó en el diario “La Voz de Ica” el 03-02-2010
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